VIDEO: Del tubo de agua al arma ilegal

Una madrugada a finales de enero, en un recorrido por reporte de actividad sospechosa en la colonia Foresta, guardias municipales revisaron a tres personas que deambulaban por la calle Galaxia, entre ellos un muchacho de 17 años de edad. El menor portaba una cangurera con dos pistolas de fabricación artesanal hechas de tubería diversa y cinta aislante.
En febrero, policías estatales detuvieron a una pareja, ambos de 22 años, que intentó robar la venta del día en un puesto de jugos de Ciudad 2000. Los dos portaban armas de fuego hechizas que pretendían emplear con cartucho calibre 12. Las armas eran de tubos de segundo uso integrados con soldadura de herrería común.
La historia se repite cada vez con más frecuencia. Detenidos jóvenes, a veces menores de edad, en actividades delictivas o vandálicas, en posesión de pistolas hechizas, conocidas en San Luis como “cachimbas”, fabricadas con un sentido mecánico de imitación funcional de las armas de fuego, pero peligroso no sólo para el potencial blanco, sino también para quien las detona.
SI DISPARA COMO ARMA…
Alejandro Chavarría Santos, instructor y evaluador certificado en Armería y Tiro de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, explica que un arma de fuego tiene principios básicos que quienes elaboran estos artefactos entienden e imitan en el intento de conseguir lo más cercano al efecto de un disparo: un cañón, un percutor que deflagre la bala y una manija para accionarlo.
El cañón le da dirección, alcance y estabilidad al proyectil. Está hecho de una sola pieza, abierto por ambos extremos: la boca de fuego de salida hacia el espacio y la recámara. El percutor golpea el capsul del cartucho y enciende la pólvora (deflagración), que libera gases y expulsan la bala.
El fenómeno de elaborar armas de fuego se extiende de unos años para acá por el país, señala Chavarría. Popularmente recibe distintos nombres, según el estado o la región de que se trate, pero su denominación técnica es armas de fabricación artesanal. En San Luis se les conoce como “cachimbas”.
Si alguien cree que las “cachimbas” no tienen la consideración legal y penal de armas de fuego, se equivoca, detalla el instructor.
La clasificación de arma de fuego en México radica en su propósito: que pueda descargar una bala o proyectil. Da lo mismo si se trata de una pistola de fabricación industrial, un arma hechiza o de fabricación casera.
La Convención Interamericana contra la Fabricación y Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones y otros Materiales Relacionados, detalla que arma de fuego es “cualquier arma que conste de por lo menos un cañón por el cual una bala o proyectil pueda ser descargado por la acción de un explosivo y que haya sido diseñada para ello o pueda convertirse fácilmente para tal efecto, excepto las armas antiguas fabricadas antes del siglo XX y sus réplicas”.
Si el cachivache elaborado para expulsar una bala tiene ese propósito, cuanta penalmente como arma de fuego. “Utiliza la pólvora: desde el momento en que el artefacto detona, es un arma de fuego”, resume.
CAÑONES DE
GALVANIZADO
La Ley Federal de Armas de Fuego sanciona no sólo la portación sin permiso de armas de fuego, también su fabricación y venta sin la debida autorización que extiende la Secretaría de la Defensa Nacional.
Chavarría Santos considera que la proliferación de armas hechizas conjunta una mezcla de conocimiento de cómo funciona un arma de fuego y el conocimiento o las habilidades de soldadura, de herrería o de torno.
Su elaboración no obedece a una curiosidad técnica, quienes las hacen regularmente tienen como motivación agredir a otros y para cometer delitos, asaltos.
Las que se detectan y decomisan son de un solo tiro, porque carece de cargador. Si necesitan volver a disparar, tienen que abrir el artefacto y volverlo a cargar, como en los tiempos del arcabuz.
El que sean hechizas se traduce en una eficiencia limitada, pero pueden ser letales y son peligrosas a corta distancia. No tienen precisión a la hora de disparar.
“Normalmente las armas que se han asegurado están hechas de tubos que carecen de las especificaciones de los materiales de un arma de fuego, que tienen una calidad”, comenta.
- ¿Están hechas de tubos de agua?
- Sí, de tubo galvanizado. Materiales que nosotros denominamos “de ánima lisa” y eso implica que no tenga una dirección el proyectil de salida.
El instructor explica que en las pistolas de fabricación industrial el acero es básico. “Sí, son materiales de acuerdo al calibre, al tipo y cantidad de pólvora, a la fuerza de proyección que emiten. Todo eso tienen que soportar y en un arma está calculado desde la aleación. El material está hecho para esa fuerza de proyección.
- Y cuando el material no está hecho para esa fuerza de proyección viene el accidente, ¿puede ocurrir algo malo para quien la dispara?
- Como las generan de un material no apto para ese uso, la aleación, el mismo que la hace detonar corre riesgo. Ellos mismos se ponen en riesgo porque el material del que está hecho no es el adecuado para soportar los gases de proyección.
- ¿Explota?
- Pudiera presentarse un abombamiento en el cañón, puede obstruirse y el proyectil, valga la redundancia, salir en una dirección contraria a la esperada.
- ¿Qué les ponen de proyectil?
- Un cartucho normal, postas. De un solo disparo para volverla a disparar, un solo proyectil, de calibre 22 o de calibre 25.
- Como en otro tiempo un arcabuz, que había que cargarlo cada vez que se disparaba un solo tiro.
-Hasta ahora lo que hemos visto sí. Es de un solo tiro. Hay que volver a abrir el arma para prepararla y ponerle otro proyectil. Le ponen una especie de fierro que golpea el cartucho en un punto (hace las veces de percutor), lo enciende y se generan gases en una pequeña cámara de la bala que empujan el proyectil por el cañón. Puede ser letal, sobre todo a corta distancia. No con la misma fuerza pero a dos o tres metros sí puede lesionar- advierte.
UN LARGO CAMINO
Un arma de fuego no es para todos, en ocasiones ni siquiera para un policía en condiciones mentales o anímicas temporalmente inadecuadas. La formación profesional de un agente incluye desde luego el conocimiento de cómo funcionan las armas de fuego y mantenimiento. Hay una subrayada práctica de medidas de seguridad para evitar accidentes: la repetición de las pautas correctas.
Las fuerzas municipales manejan armas largas y cortas. El arma de cargo es la Pietro Beretta. Las largas son dos tipos de fusiles. Un agente armado debe saber operar las dos.
Para llegar a la tarea de instructor y evaluador, el policía segundo Alejandro Chavarría Santos debió cumplir cursos tácticos, capacitaciones en docencia y obtener certificaciones específicas del Secretariado Ejecutivo de Seguridad. La preparación se realiza en la Ciudad de México, en Monterrey o en San Luis, con criterio externo. Tiene también una licenciatura en Administra-
ción Pública.
Desde que la policía municipal regresó a la portación de armas de fuego, los agentes deben cumplir una evaluación semestral que incluye estado de salud, tiro y evaluación psicológica. Si por alguna razón no pasa, se le retira el arma de cargo y debe solventar la carencia hasta la siguiente evaluación: si es tiro, practicar; si son medidas de seguridad, reforzar. Puede pasar que esté en un periodo de estrés o en alguna situación que le impida actuar conforme a las normas de uso de la fuerza ante una situación; entonces va al psicólogo, en la propia corporación.
La jactancia, ir de “chulo” o recurrir a la pose matona porque se lleva un arma es pase directo a perder la responsabilidad de portar un arma, aunque sepan dispararla y tengan buena puntería.
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