* Pestilencia en el Tangamanga * Vivos, de milagro
Una nueva fuga de aguas negras se ha presentado en el parque Tangamanga 1, el olor pestilente surge de la planta tratadora, ya debería estar movilizando a la dirección del Parque 1 a resolver, esta sería la segunda en menos de un mes, el problema es que a pesar de que vecinos han informado a la dirección de los parques por medio de un oficio, este problema no ha sido atendido, mientras son peras y son manzanas, por la ineficiencia de la titular de estos parques, se afecta en demasía el pulmón más grande de la ciudad y uno de los centros recreativos más importantes para los potosinos.
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A estas alturas, las autoridades sanitarias ya deberían buscar la manera de movilizar a su área de Vectores para contrarrestar la proliferación del virus del dengue, y por lo tanto del mosquito que con su picadura lo transmite. Es cierto que la erradicación del animal es imposible, si se considera el alto costo ambiental de utilizar insecticidas que no nada más acaban con los nidos del mosquito, sino con toda una cadena de animalitos. Sin embargo, como mínimo ya debería haber una serie de medidas preventivas que al menos retrasen la formación del mosquito y no le permitan ingresar a zonas urbanas de la Huasteca. Ahora, pareciera que el animal ha desarrollado resistencia a las variantes de temperatura, porque aguanta muy bien un viaje en el habitáculo de un vehículo caliente, y tranquilamente se desarrolla en la capital potosina.
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Viven de milagro: Este domingo, obviamente solo para el lucimiento del señor alcalde capitalino, el municipio organizó la limpieza de los alrededores de la presa “La Cañada del Lobo”, la más antigua de San Luis Potosí. Sin embargo, los organizadores permitieron el estacionamiento de vehículos en la zona de caída de la Cañada, y un automovilista, trabajador municipal, llevaba su vehículo con desperfectos mecánicos y éste cayó dentro de la presa con todo y familia. Afortunadamente algunos valientes se metieron al agua para sacar a los ocupantes antes de que sufrieran ahogamiento. Es de imaginarse el tamaño de la tragedia si se resbala otro vehículo en el mismo lugar. Como mínimo, en la presa más antigua del sistema hidráulico de la capital, ya debería tejerse un plan para evitar la circulación de vehículos por esa zona.
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En la Avenida Universidad, allá por el año 2006, fueron instalados semáforos nuevos, pero alguien tuvo la ocurrencia de que aquel que da tráfico en el anillo interior de la Alameda Juan Sarabia, con vista a la avenida Constitución, fuera un aparato colocado sobre una estructura muy baja. Todos los días, autobuses urbanos y foráneas se estacionan para subir o bajar pasaje en la Avenida Universidad, y el semáforo se queda invisible. Han pasado 19 años, y es fecha que nadie corrige el error. Nada mal estaría que los planeadores de la ingeniería vial se asomen en el sitio para ver qué acontece, y planear y organizar la instalación de un semáforo más alto, en el nombre de la prevención de accidentes.
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La Unidad de Gestión del Centro Histórico de la capital reconstruye las rampas de acceso a las bocacalles de la Plaza de Armas. Sin embargo, a nadie se le ocurrió corregir detalles. Tan solo en el costado norte del Palacio de Gobierno, en la acera de conocido negocio de baguettes y comidas ligeras, una tienda de ropa y una macroplaza de tecnología, hay una serie de tapas que se ubican a menos de un metro de la rampa en reconstrucción que permite el acceso a la Plaza de los Fundadores. Resulta que esa tapa es la responsable de la caída diaria de peatones distraídos, y nadie la arregla.
¡¡HASTA MAÑANA!!