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El rol vital de los migrantes en la reconstrucción de EE. UU.

Deportaciones y su impacto en la labor de reconstrucción

Por AP

Enero 16, 2025 12:43 p.m.

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LOS ÁNGELES (AP) — Mientras los bomberos combatían las llamas en Los Ángeles esta semana, Alejandro, un mexicano de 55 años estaba ya trabajando para despejar de árboles y ramas cerca de los barrios más afectados por el fuego en Pasadena y Altadena.

Habla en español y no se atreve a decir su apellido porque está en Estados Unidos en situación irregular. Su labor, como la de muchos otros migrantes sin permiso para vivir en el país, está en riesgo si Donald Trump cumple su promesa de ejecutar una deportación masiva de personas cuando llegue a la Casa Blanca el próximo lunes.

"El país se va a ver en crisis", cree Alejandro, vestido con un chaleco amarillo, una máscara y gafas de protección. Hay miles de casas a su alrededor, recalca, que necesitan mano de obra para la reconstrucción.

Sin los migrantes, la tarea de recuperar comunidades enteras de los desastres naturales sería más lenta y costosa, según reconocen empresas y defensores de los trabajadores.

"Lo que pasa es que las personas que reconstruyen esas zonas — desde Palisades a Malibú o Altadena— son las cuadrillas de migrantes de la construcción", apunta Pablo Alvarado, uno de los directores de la Red Nacional de Organización de Jornaleros. "Son los que responden a las emergencias en segunda línea".

Y se trata de un grupo creciente de trabajadores en el país —muchos de ellos son inmigrantes, latinos y personas que están en situación irregular— que se encarga de restaurar las ciudades y comunidades después de tormentas, inundaciones o incendios forestales, cada vez más recurrentes y más dañinos debido al cambio climático.

Muchos son electricistas, fontaneros, techadores, carpinteros o albañiles muy cualificados. Algunos recorren el país siguiendo la estela de daños de los desastres naturales.

En 2023, Estados Unidos tuvo 28 episodios de este tipo que le costaron al país, cada uno, 1.000 millones de dólares, un nuevo récord, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Aunque aún no hay cálculos sobre los daños de los incendios de Los Ángeles, un primera estimación de AccuWeather eleva las pérdidas a entre 250.000 y 275.000 millones de dólares.

Pero Trump ha dicho que el cambio climático es "un engaño" y, durante su campaña, señaló que los inmigrantes que están en el país ilegalmente le quitan el trabajo a los negros y los hispanos.

Karoline Leavitt, portavoz del equipo de transición de Trump, dijo a The Associated Press que Trump "recurrirá a todos los poderes federales y coordinará con las autoridades estatales" para deportar a "criminales ilegales, narcotraficantes y traficantes de personas... y al mismo tiempo reducirá los costos para las familias y fortaleciendo nuestra fuerza laboral".

Sin embargo, datos gubernamentales indican que la migración contribuye al crecimiento económico del país y proporciona oportunidades para empleados nativos. La Oficina de Presupuesto del Congreso estima que el aumento de la inmigración entre 2024 a 2034 sumará 1,2 billones de dólares a los ingresos federales.

La industria de la recuperación tras los desastres tiene sus raíces en las secuelas del huracán Katrina, que transformó la costa del Golfo en una de las zonas de construcción más grandes del mundo, según Saket Soni, fundador y director ejecutivo de la organización sin fines de lucro nacional Resilience Force, que sigue a los trabajadores para asegurarse que tengan un trato justo, salarios adecuados y condiciones seguras.

"Como resultado de las deportaciones, habría una extraordinaria escasez de mano de obra justo cuando los desastres aumentan", apuntó Soni. "En medio de la necesidad de más trabajadores, no menos, habría menos trabajadores que nunca".

Después de Katrina, muchas empresas de construcción familiares se hicieron más grandes y se consolidaron. Algunos negocios fueron absorbidos por compañías de capital privado, que vieron el potencial de una industria con mucho dinero proveniente de compañías de seguros y de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias.

Mario Mendoza trabaja en la reconstrucción de desastres desde 2005, cuando el huracán Katrina destruyó las costas de Luisiana y Mississippi. Pocos días después de la tormenta, llegó a Nueva Orleans de Florida buscando trabajo. Limpió casas y negocios cubiertos de barro, removió escombros, demolió paredes y rompió pisos sin saber que tenían amianto.

Fue una experiencia peligrosa y traumática, cuenta. El hondureño de 54 años se encuentra en Estados Unidos sin estatus legal y tuvo que ser hospitalizado después de que se le infectara una herida que se hizo en el trabajo. Recuerda haber visto cadáveres dentro de algunas de las casas que limpiaba y que no era raro que se negaran a pagarle después de terminar su labor.

Desde entonces, Mendoza ha ayudado en comunidades de Luisiana después del paso de tornados y de alrededor de seis huracanes. A veces, trabaja siete días a la semana, desde el amanecer hasta mucho después del atardecer. Como jornalero, acepta el trabajo que encuentra.

"En realidad hemos sido como la línea de apoyo a las ciudades después de los desastres", reconoce Mendoza.

Pueden ser contratados por empresas o, directamente, por los propietarios de las viviendas afectadas para derribar paredes mohosas debido a las inundaciones, o para reparar techos y ventanas arrancadas por fuertes vientos. También retiran los árboles caídos de las casas, las calles y las carreteras. Y, luego, construyen.

Alrededor de 8,3 millones de trabajadores estadounidenses eran inmigrantes no autorizados en 2022, según el Pew Research Center. Además, casi 1,6 millones de migrantes que trabajaron en 2021 en la construcción estaban en situación irregular, según un informe de Center for American Progress, una organización liberal de investigación y defensa de políticas públicas.

Cada año, decenas de miles de personas adquieren legalmente visas H-2B que les permiten ingresar temporalmente a Estados Unidos para hacer trabajos no agrícolas. La construcción es una de las industrias con más trabajadores H-2B, según el Departamento de Trabajo, cuya mano de obra ha ayudado a aliviar la escasez laboral incluso cuando la demanda sigue siendo alta.

Pero los trabajadores latinos y los que están en el país ilegalmente son vulnerables a explotación y al robo de salario por parte de quienes los contrataron. El año pasado, por ejemplo, trabajadores latinos presentaron una demanda federal por robo de salario contra compañías de construcción.

En el caso de los que contratados al día para limpiar casas, a veces, no tienen acceso a equipo de protección personal o capacitación en seguridad, lo que los expone a ambientes y "materiales gravemente peligrosos", según Jessica Martínez, directora ejecutiva del Consejo Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional, una red de organizaciones laborales que capacita a trabajadores en la reconstrucción de huracanes.

Mendoza fue uno de ellos. Cuando empezó el trabajo de limpieza después de Katrina, dijo que sus patrones no le daban máscara o guantes o entrenamiento de seguridad aunque había toxinas y cables eléctricos. A veces, estos trabajadores duermen en sus vehículos, en las casas destruidas que están reconstruyendo o en carpas porque los hoteles locales fueron destruidos o no tienen capacidad.

Martínez mencionó además que la narrativa antiinmigración de Trump lleva a muchos de estos trabajadores a no exigir el equipamiento básico ante el temor de que sean denunciados y deportados.

Para Stan Marek, director ejecutivo de la empresa de construcción Marek Brothers, las deportaciones masivas tendrán un marcado impacto en la industria: no sólo complicarían los esfuerzos para limpiar y reconstruir, sino que los contratistas de la construcción también tendrían dificultades en proyectos existentes y futuros.

"Si no tienes la gente, no puedes arreglarlo", dijo Marek, que se declara votante republicano. "Ha sido mi experiencia: 55 años en la industria de la construcción y tomará mucho más tiempo arreglar todo si alguna vez se arregla. Todavía no hemos arreglado todo lo relacionado con Harvey, lo cual fue hace años. Los techos de algunas personas todavía están hundidos, cayéndose".

Florida es una muestra de lo que podría suceder con deportaciones masivas. Después del huracán Idalia que pegó en el año 2023, algunos trabajadores tenían miedo de terminar las tareas de reconstrucción debido a una ley de inmigración que el gobernador Ron DeSantis firmó a principios de ese año. Era una de las más estrictas del país y exigía a empresas con 25 o más trabajadores que verificaran su estatus legal.

"Muchos de los trabajadores que conozco no querían correr el riesgo de quedarse allí", dijo Soni. "Querían terminar el trabajo, pero no podían correr el riesgo de ser deportados. Así que dejaron sus herramientas y se fueron." Recuerda que los propietarios de las viviendas y los contratistas se quedaron sin trabajadores y le preguntaron cómo recuperarlos.

Además, Estados Unidos está lidiando con la escasez de viviendas, lo que hace que muchos se pregunten cómo la administración de Trump resolverá esa necesidad si la fuerza laboral se ve reducida drásticamente.

En una entrevista con el New York Times, el vicepresidente electo JD Vance dijo que los trabajadores de la construcción que están en el país ilegalmente podrían ser reemplazados por millones de hombres y mujeres en "edad óptima" que han abandonado la fuerza laboral. Y cree que se les podría convencer de unirse al negocio pagándoles salarios más altos.

Sergio Chávez, profesor de Sociología en la Universidad Rice que está escribiendo un libro sobre la industria de la reconstrucción, plantea alternativas para cubrir la escasez de mano de obra: o Trump expande el programa de trabajadores H-2B o se contratan estadounidenses por un salario más alto.

Pero Marek no está convencido. "Todo el mundo dice que les paguen más. Hemos intentado pagarles más", dijo. "Nuestros salarios iniciales son más altos que nunca. Y preferirían ir a trabajar a Buc-ee´s", admitió, refiriéndose a la cadena de tiendas de viajes, porque o no tienen las habilidades o no quieren hacer trabajos manuales. "Colgar placas de yeso, colocar tejados, tender carreteras de hormigón... Todo es un trabajo muy duro y exigente físicamente".

Gabriel, un trabajador que ha ayudado con la recuperación en Florida después del huracán Helene, está de acuerdo.

"Yo creo que (Trump) piensa que los americanos lo van a hacer. Yo lo que he visto es que el americano, el ciudadano promedio, no quiere trabajar en esas cosas", señala Gabriel, de 60 años, quien solicitó que no se publique su apellido porque está en el país ilegalmente.

"No creo que lo haga otra gente que no seamos los inmigrantes", dijo.