¡Ay mi agua!
Cuentan las antiguas leyendas que fueron siete presagios los que antecedieron a la catástrofe. Estos años han sido muchas más de siete, y como lo prueba ahí está la más reciente, la de chinches, y un temblor septembrino que se quedó dormido y llegó hasta octubre, muy campante.
Vaya este recuento de plagas en son de chunga, que a veces es lo único que puede calmar los nervios ante la sinrazón y los despropósitos de las autoridades. Los memes y los chistes sobre la plaga de chinches, “chincheramente” han estado buenos, pero su presencia en universidades y transporte público nos habla de los cambios que hemos introducido en el planeta. En la Ciudad de México se manifestaron en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el metro cercano. Acaban de fumigar la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En París —esa ciudad que algunos aún idealizan como epicentro de la cultura—, a menos de un año de los Juegos Olímpicos, algunos lugares (hogares, cines, hospitales, transporte) están literalmente plagados de estos insectos, por culpa de la movilidad de la población, el cambio climático y la resistencia a los insecticidas.
Otro presagio bien podrían ser los osos, mapaches y otros animales que a falta de hábitat propio bajan a ciudades y pueblos para buscar comidas. Pobre del oso que se hizo viral en San Pedro Garza, Nuevo León, por comerse unos tacos, todo flaco, ansioso por los los de pastor y de chorizo.
Aquí en San Luis Potosí uno de estos presagios ha sido la escasez de agua en embalses, pozos, ríos y arroyos. Las cuatro presas locales (el Peaje, San José, el Potosino y la Cañada del Lobo), así como la foránea El Realito (descompuesta un día sí y otro también) se vieron a su menor nivel en mucho tiempo. De tres a treinta y tres por ciento de su capacidad.
Otra fue la súbita aparición de cientos de casas en los cerros. Nadie sabe de dónde salieron pero estaban carísimas. Cuentan que son de hombres barbados que han de venir a reclamar sus dominios. La industria inmobiliaria no descansa, llegan de otros lares y ofrecen espejitos a cambio de oro, con el apoyo de algunas tribus locales y la compra de comisariados y asambleas. La desigual distribución del agua ha sido expresada en múltiples foros, académicos y civiles, los Guardianes de la Sierra han mostrado la destrucción del pie de monte de la Sierra de San Miguelito, donde alguna vez fue la Garita de Jalisco en SLP.
Llovió, sí, está lloviendo, pero las posibilidades de usar esa agua son menores. No hay muchas obras de captación y potabilización. Los pozos prometidos distan mucho de estar terminados e incluso un par ya empezaron a fallar. Se siguen talando árboles antiguos y frondosos si que nadie ponga orden. A algunos los han dejado morir por no darles agua. Gracias a la lluvia no han terminado de secarse las enclenques ramas puestas en camellones y jardines “para reforestar”.
Las obras que por las que hubo protestas quedaron abiertas durante muchos días, formándose charcos que semejaban albercas. No por culpa de los quejosos, sino de las autoridades que no dejaron como estaba lo que habían levantado sin dcir agua va (o agua no va). Apenas este miércoles el grupo de ciudadanos que consiguió vía amparo la suspensión provisional de las obras de San Miguelito se desistió del amparo, y la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y obra Pública (Seduvop) puede quitar las albercas infestadas de mosquitos.
También se cuenta sobre la aparición de una mujer, antes conocida como la Llorona, que solía ser vista en lagos o ríos, pero ahora se le vio en corrientes pavimentadas, como el río Santiago o Reforma, antes llamada la Corriente. Ya no dice ¡ay mis hijos! sino ¡y mi agua! Y es que al parecer no los ahogó sino alguien se los arrebató. También se le ha visto en los alrededores de clubes y fraccionamientos de lujo, a donde va a buscar a sus crías en el agua que no pagan y que le falta a la mayoría de la ciudadanía.
A la Llorona se le asociaba a sitios con agua, a corrientes o lagunas. ¿A dónde irá a parar la buena mujer? ¿A dónde vamos a parar?
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Posdata 1: gracias a quienes me mandaron alguna muestra de afecto en audio o texto por mi cumpleaños 52. Gracias por los abrazos y los brindis, por el pan y la sal, por el presente y los presentes. ¡Salud!
Posdata 2: Hoy mi padre, Brígido Roque Rodríguez, cumpliría 80 años. Comparto el recuerdo y agradezco las historias.