“En un modelo ideal de democracia,
todo lo que afecte a una comunidad debe ser sometido a un debate” Jurgen Habermas.
El contractualismo nos explica porque un conjunto heterogéneo de individuos decide convivir juntos en una comunidad, más allá, del mero accidente geográfico por el lugar de nacimiento (Hobbes, 2011), la cual, no es otra cosa más, que sentirse seguros, ósea, que por garantizar una coexistencia libre de amenazas la gente decide convivir en una comunidad, empero, la vecindad en absoluto resulta fácil, y el conflicto siempre está latente.
De lo anterior, la importancia de que las sociedades encuentren mecanismos idóneos para la solución de los conflictos, así por ejemplo, los diferendos entre las personas se suelen dirimir ante los jueces, mediadores y conciliadores, de ahí, lo detestable del fenómeno de los linchamientos, pues, hacen a un lado las instituciones que garantizan una convivencia armoniosa.
Pero, los vecinos no sólo difieren por intereses jurídicos propios, sino, por credos, ideologías, o cosmovisiones del mundo, muchas veces, unos/unas quieren imponer su forma de pensar a los otros, a menudo las mayorías sociales lo harán frente a las minorías, pero, cuando esta imposición ocurre con el uso de la fuerza, lo que en verdad estamos viendo es un acto de sojuzgamiento.
Por otra parte, si la proporcionalidad entre las mayorías y las minorías no es lo suficiente, estaremos en presencia de un escenario más parejo, y es en este marco, donde la intención de una imposición por la fuerza de las ideologías conllevará a un enfrentamiento de resultado incierto, en todo caso, el conflicto será tal que provocará una ingobernabilidad o falta de convivencia pacífica, el final del Estado.
Como vemos, la idea del conflicto en la sociedad es una constante y aún por ideologías y razones políticas suceden serios diferendos entre las personas, pero también aquí deben existir mecanismos de solución de controversias políticas, un buen ejemplo, sin duda, lo es la práctica de parlamentos abiertos o cabildos abiertos, según se trate de asuntos públicos de la entidad estatal o de las municipalidades, la cosa es, que toda cuestión pública que nos interesa a todos/as debe ser exhaustiva y realmente discutida (Ferrajoli, 2001).
Pero ¿cuáles son las reglas del debate político? Los mínimos aceptables consistirán en que se trate de un debate real y no simulado, la inclusión de todas las voces y todos los puntos de vista, información previa y completa, pero sobre todo, el uso del vehículo de la argumentación, citaré al jurista Carlos Nino, la esencia de la democracia es su naturaleza deliberativa, lo cual, se materializa a través de la argumentación de las ideas, así pues, es el debate argumentativo y no los gritos ni sombrerazos ni descalificaciones subjetivas, en mi opinión, sólo existe una limitación legitima, y es el uso del lenguaje de odio, ósea, verter un discurso discriminatorio que atente contra la dignidad del ser humano.
Es por ello que entiendo y me adhiero (pues yo no firmé tal instrumento) al pronunciamiento de mis compañeras/os del Consejo Ciudadano de la CEDH SLP, que reprocha lo dicho por el vocero del arquidiócesis Juan Jesús Pliego, quien comparó el aborto con el desmembramiento de una mujer en la vía pública, ya que, ciertamente como dicen las consejeras/os trivializa y minimiza la vida de las mujeres y su derecho a vivir libres de violencia.
En razón de todo lo anterior, quise aprovechar este espacio para conminar a atemperar los ánimos en el debate político, considero, México es una democracia en busca de su consolidación, de ahí, la importancia de saber dirimir los conflictos políticos por los conductos legítimos, entiendo, que mis compañeros/as del Consejo Ciudadano de la CEDH S.L.P (ni yo mismo) no están tomado una postura en pro o en contra del mencionado tema, sólo hacen un llamado a mantener la discusión en los parámetros válidos, empero, tampoco quiere decir que no participaríamos en un parlamento abierto, de hecho, desde este momento, conmino al Congreso del Estado a abrir foros de debate, a los que yo con todo gusto iría.
La declaración del clérigo también es inoportuna, pues revictimiza los lamentables hechos donde una estudiante de la Univ. Politécnica perdió la vida en la ciudad de SLP, a sólo unos días de conmemorarse las proclamas por el reconocimiento del pleno derecho a las mujeres a su desarrollo integral.
Decía el Secretario Gral. de Gobierno de SLP, que en mucho es cultural la violencia de género, sin embargo, por eso mismo no me explico, porqué las directoras Erika Gutiérrez del Instituto de las Mujeres S.L.P y Julieta Méndez Salas del Centro Integral para Justicia de las Mujeres, nunca se han pronunciado en contra de costumbres que estereotipan y poseen una discriminación invisible, como lo es, el concurso de belleza de la FENAPO, cuyos requisitos son lo que llamamos categorías sospechosas, prohibidas por los derechos humanos.
Así mismo, conmino a mis compañeros/as del Consejo Ciudadano de la CEDH S.L.P a que hagan lo propio, si en verdad, queremos, como dicen los estudios de género “deconstruir” arquetipos esteriotipantes, como son los requisitos al concurso de la belleza de la FENAPO, a saber: no haber tenido hijos, ser soltera, ser mujer de nacimiento, un mínimo de estatura (sospechosamente eurocéntrica).
Debemos, actuar, el triunfo internacional de la actriz mexicana Yalitza Aparicio debe de servir de ejemplo, a que los prejuicios por etnia, género, razón social o económica, no tengan cabida en nuestra sociedad. No permitamos que el silencio nos haga cómplices.
Las y los espero con el gusto de siempre el próximo viernes
carloshernanadezyabogados@hotmail.com