Democracia nuestra

¿Qué representa la democracia para una sociedad? Desde la perspectiva electoral, la democracia refleja una expresión pública de la ciudadanía que se materializa a partir de la agregación de miles, de millones de decisiones personales que tienen como variable dependiente la formación de gobiernos. Es decir, que el resultado material de nuestras elecciones, fundamentalmente, es designar a personas para que ocupen cargos públicos.

Sin embargo, los motivos que impulsan la participación electoral de la ciudadanía varían con una complejidad extraordinaria. Quizás esto tiene relación con la pregunta de inicio: el voto de la ciudadanía representa la posibilidad de encontrar en la democracia a un dispositivo para alcanzar ciertos efectos políticos que se conectan con sus expectativas. Hay quien vota para expresar rechazo, hay quien votar para cambiar a gobiernos, o a gobernantes –que no es lo mismo-; hay quien vota porque simpatiza con una persona, porque apoya un proyecto, o porque considera que una alternativa política puede impulsar una agenda en la que se cree de forma legítima. Hay quien vota para creer en una promesa y hay quien lo hace porque la realidad le hizo dejar de creer. 

Cada elección es distinta, el momento político que enmarca la celebración de elecciones tiene un papel crucial en las percepciones y expectativas del electorado. Quizás por ello debe investigarse con seriedad las razones por la que en ciertas elecciones se presentan porcentajes elevados de participación electoral. En términos absolutos, la elección de 2018 en México tuvo la mayor cantidad de electores en las urnas de nuestra historia –56 millones de personas que representan el 63% del padrón electoral- pero en términos relativos la elección de 1994 fue la de mayor porcentaje de participación -35 millones de votantes que equivale al 77% del padrón electoral de ese momento-. España acaba de celebrar elecciones generales con una participación del 75% del padrón, proporción no vista, desde las elecciones generales de 1993 donde Felipe González fue investido como Presidente del Gobierno por cuarta vez.

Es una buena noticia el que la sociedad encuentre en las elecciones, una vía transitable para incidir en un marco general de los asuntos públicos. No todos los países o todas las democracias gozan de esta expectativa. Ahí tiene a Venezuela, por ejemplo. Hay elecciones, pero no democracia electoral. O las elecciones parecen ser ineficaces para alcanzar ciertas aspiraciones políticas por parte de una sociedad. Lo que sigue en Venezuela es tomar la plaza pública. Los costos ya son incalculables.

Hemos hablado ya sobre la decepción por la democracia, que en buena medida es un problema de escalas y de percepciones. Muchas personas dejan de creer en la democracia –electoral- ya que el desempeño de los gobiernos y las conductas de los contendientes no se acercan a las expectativas que se tenían. Por tanto resulta fundamental que las personas que han sido favorecidas con un cargo público por votación popular, tengan la capacidad de entender con inteligencia a las expresiones de la sociedad. En España, por ejemplo, esta votación histórica no solo le dio cierta mayoría al Partido Socialista Obrero Español –lectura facilona-, sino que también reflejó una fragmentación inédita en los partidos políticos que estarán presentes en el Congreso. El Presidente del Gobierno español tendrá que gobernar a un país cuya sociedad no se expresó de forma binaria con el bipartidismo de antaño. 

Las y los protagonistas del sistema político en México deben aprender de lo que está ocurriendo en el mundo. Esto implica desarrollar la capacidad de leer y entender las expresiones diversas de la sociedad y sus expectativas sobre los gobiernos que le representan. La democracia electoral no es un sistema de contrataciones, sino un mapa de expresiones. El asedio contra la democracia es real, pero el valor que la sociedad tiene por preservar aquello que le ha permitido expresarse con paz y civilidad también lo es. La democracia es patrimonio de la sociedad, no una concesión de estado.

Twitter. @marcoivanvargas