Es importante recordar y observar la transformación del escenario del arte en nuestro país en estos años especialmente, cuando el arte se abre a nuevos estilos y nuevas expresiones.
La obra de los artistas plásticos de los años cincuenta y sesenta” representa una lluvia fresca que dinamizó la pintura mexicana. En esta época emerge una generación de nuevos artistas; se experimenta una intensa actividad arquitectónica sobre todo en la Ciudad de México. Va acompañada de una mentalidad abierta a lo nuevo, conservando las raíces de lo que se identificaba con lo mexicano, pero participando de los movimientos artísticos internacionales.
Se da un crecimiento y auge en los medios de comunicación y circulan profusamente revistas especializadas, suplementos culturales acompañados de la presencia de intelectuales y la labor de difusión del INBA. Nace la televisión en 1950 lo que se reflejará en la emisión de nuevos modelos sociales y culturales para las familias mexicanas. Se promueve el “sueño americano” que ponderaba la comodidad y las fantasías. La música amplia sus ritmos y en México sería el chachachá, el bolero y los tríos de corte romántico los favoritos de las audiencias. Además se propagaría la música de las grandes orquestas y la ópera con la voz de María Callas como su emblema. En el cine se resiente un decenso. Más tarde resurge con las películas de Buñuel y sus temáticas sobre los marginados. De manera paralela se exhiben temas de “rebeldes sin causa”.
El ambiente cultural se define por el rechazo a la pintura nacionalista. Se desea y se tiene mayor contacto con las vanguardias internacionales; cobran auge los viajes al extranjero y hay mayor circulación de publicaciones. Lo anterior provoca un intercambio de conocimientos y el decaímiento del idealismo revolucionario. El arte por tanto toma un rumbo nuevo en que se da un apoyo entre intelectuales, museos, galerías y mercado.
Se gesta una nueva polémica entre los defensores del nacionalismo artístico tardío y las nuevas corrientes de expresión artística. Los primeros defienden el realismo social formándose en 1952 en frente Nacional de Artes Plásticas. Entre otros Siqueiros destaca en su defensa con su famoso postulado “no hay más ruta que la nuestra”. Mismo que modificaría años más tarde por el de “no hay mejor ruta que la nuestra”. Los jóvenes artistas vuelven hacia la “contracorriente” y toman a Tamayo como su líder gracias a su triunfo en Nueva York. La política cultural de la década de los años cincuenta mostrará dos caras, tanto apostando por las vanguardias y sus obras como defendiendo y apoyando a la tradicional EMP
Se da un centralismo en la Ciudad de México en relación a los espacios para la exposición como galerías y museos. También se cuenta con el Salón de la Plástica Mexicana desde 1949, en donde además de exponer se comercializaba. Los 25 años de operación le permitieron acopiar una colección que fue la base de la del Museo de Arte Moderno. Se vive una creciente demanda de arte de la burguesía. Anteriormente solo los coleccionistas y mecenas extranjeros consumían la producción de estos artistas. En esta década comprar arte era un símbolo de estatus entre los círculos sociales más altos de la sociedad mexicana. En contraparte el Estado adquiría muy poco.
Los artistas buscan expresiones más individuales apegadas a las vanguardias internacionales pero con la intención y el compromiso de conservar las raíces del arte mexicano. Entre ellos se menciona a Alfonso Michel.
Como se ha dicho, los artistas extranjeros tendrían una presencia importante en el país ya como realizadores de un estilo muy particular como el surrealismo ya como influencia para otros artistas. Las figuras de Leonora Carrington y Mercedes Varo sobresalen en este apartado de la historia del arte en México. Con la temática de paisaje resalta la obra de Luis Nishizawa. Mientras que en el retrato es el nombre de Gabriel Fernández y sobre temas de naturaleza muerta, Gustavo Montoya.
Con respecto a la crítica de arte se afirma que la más influyente fue la de Octavio Paz, Margarita Nelken, Jorge Juan Crespo de la Serna y la de Luis Cardoza. Se habla de poco comocimiento del arte que surgía, el arte abstracto cuasando confusión con su publicaciones.
En los años 60 se da un ascenso de la clase media y con ello aumenta el interés en participar de los acontecimeintos de la vida cotidiana en México. Hay una gran influencia del R&R y los temas giraban en torno a la revolución sexual, el movimiento hippie y así “lo folklórico o típico” perdían su fuerza. Se cuestiona al Estado por la falta de espacios para los artistas con nuevas ideas, técnicas y lenguajes, diferentes a los de la EMP. Los eventos de las Bienales en México en el Museo de Arte Moderno apoyados por Miguel Islas Anzures serán determinantes para este grupo. Enrique Delaney, Raymundo Martínez y Raúl Anguiano harán propuestas diferentes en temas de paisaje, paisaje urbano y temas religiosos respectivamente.
Otras exposciones importantes como la de “Los Hartos” en 1960, el movimiento “Nueva Presencia” en 1961 en la galería Juan Martín; “Confrontación” en 1963 y Obra 68”, tendrían un papel decisivo en la evolución de la vanguardia mexicana en gestación. El Estado llegaría a aceptar en exposiciones oficiales este nuevo lenguaje de expresión plástica. Se entraría en la estapa de los Salones Independientes siendo el primero en el Centro Isidro Fabela en la colonia San Ángel en el año 1960, en rechazo a las políticas culturales del momento. Los artistas más destacados dentro de la pintura de esta etapa del arte en México son entre otros: Alberto Gironella, Arnaldo Caen, Rafael Coronel y Juan Soriano. Finalmente es importante mencional que el mercado del arte gracias al impulso a la inversión extranjera trajo consigo un ambiente más cosmopolita en el sector artístico. Sería un proceso lento debido a la dominación aún vigente de la llamada Escuela Mexicana y al mecenazgo oficial, así como a la retórica revolucionaria cuyo contrapeso estaría en la creación de nuevas galerías y otros espacios de difusión y apoyo a los nuevos lenguajes artísticos; entre ellos el Jardín del Arte. Otras instancias nacionales entrarían en escena impulsando el arte de la época como serían: la creación del Museo de Arte Moderno en 1964, el Organismo de Promoción Internacional de la Cultura, el Museo de Ciencias y Artes de la UNAM y La Casa del Lago también de la UNAM.