Grumpy Cat

¿Las parodias y los memes son necesarios? ¿Qué es el humor “bueno” y de qué nos reímos? En televisión repiten programas como La Hora Pico, con sus chistes sexistas, clasistas y racistas, y se supone que son humoristas profesionales personajes que no sé de dónde les viene ese profesionalismo. 

Hay ene cantidad de programas donde la materia prima son caídas, golpes, accidentes. Y esos videos son los que más circulan en las redes sociales. Por algo “La bola en la ingle” ganó el Oscar en un programa de Los Simpson.

Hay (habemos) quienes se ríen de los chistes más ñoños, o quienes se ríen en partes de una película donde nadie más se ríe. Son épocas de standup, donde Polo Polo ha cedido su trono a Franco Escamilla o La India Yuridia.

La corrección política, la empatía, las susceptibilidades, afectan lo que es gracioso o no. Tantos años de humor “para jodidos” en la pantalla chica, queramos o no sí calan.

Esto viene a colación por un reciente episodio político. Hernán Gómez Bruera, politólogo afín a la nueva administración federal, más conocida como 4T, estrenó programa en el Canal 11 del Instituto Politécnico: La maroma estelar. Se supone que es un  programa de humor, y como tal han hecho algunos sketches. En uno de ellos un actor “parodió” a la politóloga Denisse Dresser, y ardió Troya. ¿Misoginia? ¿Intolerancia? ¿”Mal” gusto?

Otra discusión interesante fue hace unos meses, cuando en La Parodia, programa de Televisa, hicieron una imitación de Yalitza Aparicio. O los “chistes” de Sergio Goyri y la hija del vocalista de El Tri.

¿Hemos perdido el sentido del humor o por qué nos reímos de lo que nos reímos?

No es fácil hacer buen humor, porque estamos acostumbrados a los pastelazos. No es fácil porque muchos cómicos se tomaron demasiado en serio y se volvieron pedantes, de Cantinflas a Tin-Tán.  No es fácil porque, como llorar, reír debería ser motivo de reflexiones.

Una buena sátira política es una respuesta popular, un reproche, un “reír llorando” como diría Juan de Dios Peza. La literatura picaresca es una respuesta, como demuestran el Lazarillo de Tormes, el Periquillo Sarniento, Pito Pérez o Calzonzin.

La sátira política de veras se da en la carpa en el cabaret, y Palillo fue uno de sus grandes representantes. Hoy Las Reinas Chulas o la senadora Jesusa Rodríguez muestran algo de ese humor que buscaba hacer reír ridiculizando la pompa y la avaricia de nuestros “representantes” populares que no necesitan mucho para ser caricatura.

Chumel o Videgaray pueden resultar “graciosos” a veces pero todo tiene su sesgo. La Parodia o El Privilegio de Mandar igual. Quizá un chiste esté logrado, una caracterización sea muy buena, pero se nota que el humor es una herramienta política de un grupo y sus intereses, y no logran hacer “click” con esa parte que nos hace mostrar la mazorca o reír como hienas. No se meterían  con sus parientes o sus patrocinadores. Igual Hernán Gómez (hermano de Facundo, por cierto). No se hace humor forzado, al menos no si se quiere hacer humor inteligente. 

Dice Melina Chávez, en el Granma: “El punto de partida de Sócrates es un problema particular del momento que merece reflexión. A partir de la ironía con que se tratan los temas se los familiariza, haciéndolos más cercanos. Raíces análogas al diálogo socrático tiene la sátira menipea, con la diferencia de que la risa tiene en ella un papel más incisivo”.

Con los accidentes, los gatitos son lo más compartido en Internet. Se dice que el internet fue hecho para compartir fotos de gatitos y tarjetas de piolines. Y entre gatos voladores y de Schrödinger, este columnista se va más por el lado de la recientemente fallecida Grumpy Cat. Lo miro todo con recelo, con enojo. A veces me río pero no demasiado.

En filosofía.mx, Jeannine Zambrano escribió:

«En pleno comienzo del siglo XX, Henri Bergson entiende que la risa tiene implicaciones éticas y sociales: una incongruencia provoca risa si no nos solidarizamos o sentimos compasión por aquellos de quienes nos reímos. Esto explica la existencia de los chistes discriminatorios o el humor negro: sólo la falta de empatía o compasión nos permite reírnos de esos otros. Pero si algún filósofo planteó el poder catártico de la risa, ese fue Nietzsche, en Así habló Zaratustra: “¿Quién de vosotros puede a la vez reír y estar elevado? Quien asciende a las montañas más altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida”. El filósofo de la libertad, la risa y el juego, nos dejó un claro mensaje: es necesario aprender a reír.»

Mariano Arnal, en El almanaque”, dice que “humorista” era el médico “que explicaba la salud y la enfermedad por la acción equilibrada o desequilibrada de los humores en el cuerpo. La crasis era el equilibrio entre los cuatro humores básicos (sangre, flema, bilis y atrabilis —humor negro o melancolía—); y se llamaba crisis a la expulsión de los humores mediante el sudor, los vómitos, la expectoración, la orina, las deyecciones...”

Como con los datos, la vida suele tener otro humor, diferente al oficial. Y hay muchos que no soportan una broma acerca de su equipo de futbol, su partido político o sus “gustos”. La risa del otro se vuelve agresión. 

El humor no es cosa de risa. 

Posdata: Gracias a lectores y lectoras por sus comentarios. Escribir llega a ser para algunos una necesidad más que un oficio, un vicio que da satisfacciones, y cuando hay ojos tan atentos y afectuosos como los de ustedes, una sonrisa me recorre todo el cuerpo. Gracias por compartir este desorden y desordenarlo más u ordenarlo diferente, porque todos los temas están relacionados o se pueden relacionar, porque la realidad (sociedad, individualidad, cultura, política, literatura) no es sencilla, y eso es maravilloso y terrible. Gracias. Vamos por tres años de domingos compartidos. Ya casi.

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