Sanguinario y vulgar
El gusto del gobernador Ricardo Gallardo por la sangre todos los potosinos lo conocemos; sus morongueras filias son más que evidentes, cualquiera las puede constatar. Para los foráneos una rápida mirada a medios electrónicos les darán una idea de la crisis de seguridad por la que atraviesa el estado que gobierna, para los potosinos no hay necesidad, la violencia es cosa de todos los días.
Si alguien se preguntaba el por qué la ausencia de estrategias reales para combatir la inseguridad y no había dado con la respuesta, ya la tiene; no es necesario buscar más: le gusta la sangre y ver arder el mundo, o al menos su estado. En esta ocasión no fueron ya los calumniosos golpes de la prensa embustera, fue el propio Ricardo Gallardo quien en un alarde de sinceridad que le dio la vuelta al mundo aceptó sus perversiones. Qué mejor día para mostrarse como es, que el mismo en que el país se convulsiona en un charco de sangre.
La muerte de un trabajador de la construcción desató su iracunda reacción que acabó en la confesión, y no porque no haya alcanzado a ver su ensangrentado cuerpo y disfrutar de la escena, sino porque los medios de comunicación, mercenarios a sueldo de sus malquerientes detractores, se atrevieron a decir que falleció en la obra que es la joya de su corona: la cuestionada arena de la ignominia, monumento al despilfarro y antítesis de los tres principales postulados de la transformación que dice apoyar.
Pasemos por alto las irregularidades que hubo en torno a la lamentable muerte (como que no había un puesto de socorro en una obra del estado) y a otras que se manifestaron después (como el no suspender la construcción). Detengámonos en la iracunda e infame alocución pronunciada al día siguiente, no por un desequilibrado mental, sino por el gobernador del estado, quien comenzó desacreditando a quienes oportunamente dieron a conocer la noticia de la muerte; noticia que quizá no valía la pena porque quien falleció “ni siquiera era de aquí”.
Bajo esa misma lógica del gobernador la noticia fue difundida por medios de comunicación que están “chingue y chingue” porque no se les da dinero, resabios de las obscuras fuerzas del pasado; periódicos conservadores que por intrascendentes y corruptos no patrocina; nada les duele más que los ignore y les muestre su desprecio. Convendría preguntarle entonces, ¿si son tan intrascendentes para qué dedicarles tanta atención y un amenazante berrinche?
El numerito fue difundido en todo México y trascendió fronteras, ya hasta en Rusia se conoce a nuestro iracundo gobernador. Esto no lo deja bien parado (y quizá a nosotros tampoco), lo muestra como a alguien incapaz de controlar su mal carácter y capaz de llegar a las amenazas cuando siente vulnerada su persona; por otro lado se muestra lo que ya sabemos su necesidad de protagonismo es patológica.
Por lo demás, la vulgaridad como recurso de su particular homilética en apariencia pareciera no importar, pero no está por demás recordar que fue precisamente la copia de esos desplantes los que en parte hicieron que su padre perdiera la reelección en la capital, ya que su círculo de operadores comenzaron a adoptar las caciquiles actitudes y acabaron pagando factura.
Lo evidente vino después: al no saber cómo salir de la espinosa situación ya que lo de él no es necesariamente la capacidad argumentativa, mandó por delante a su apagafuegos, el general de gobierno, que acabó empeorando las cosas al decir que se “buscó fijar una postura contra quienes lucraron con ello [la muerte del trabajador]” y que ésta se utilizó para oculta la crisis del agua.
Por ahí hubiéramos comenzado, no ocultemos las cosas y prioricemos el orden: 1) hay una crisis de agua, 2) hay un gobernador que a pesar de saber que hay una crisis de agua, busca construir un espacio de entretenimiento que no se necesita y en el que gastará una millonada que pudo destinar para disminuir esa crisis, 3) el gobernador es iracundo y vulgar, y reacciona iracunda y vulgarmente cuando se le critica, 4) su secretario general de gobierno es incapaz de sacarlo de los atolladeros en los que recurrentemente se mete porque es torpe en su argumentación, 5) ambos deberían aprender a recurrir al silencio como la mejor salida, 6) todo México y algunos países saben ya que al patán que gobierna nuestro estado le encanta la sangre.
Recordemos: en la forma de hablar se refleja la crianza.