ESPECIAL: Mamás en la primera línea de batalla contra el Covid-19

En este 10 de Mayo, tres enfermeras de SLP relatan cómo ha cambiado su vida personal y profesional a raíz de la pandemia, las enormes dificultades y riesgos que implica su labor y los momentos gratificantes por los que vale la pena seguir.

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ESPECIAL: Mamás en la primera línea de batalla contra el Covid-19

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El personal de enfermería, mayormente conformado por mujeres, representa una profesión humanitaria que brinda al paciente no solo bienestar físico, sino en muchas ocasiones se convierte en un pilar emocional durante la enfermedad. Ellas renuncian a una parte de su vida personal sacrificando cumpleaños, navidades, años nuevos,  reuniones familiares importantes y en algunos casos ponen en riesgo su salud.

En estos tiempos de pandemia por el Covid-19, miles de trabajadoras de la salud que están en la primera línea de combate a la enfermedad en San Luis Potosí, celebrarán el Día de las Madres de manera distinta por la contingencia sanitaria.

 

RENUNCIAR NUNCA HA SIDO UNA DE MIS OPCIONES

Marta Gisela tiene una hija de 22 años que la apoya completamente en su profesión a pesar de los riesgos que implica, en este caso, formar parte del equipo médico que atiende a pacientes con coronavirus.

¿Qué pensaste cuando te notificaron que atenderías a pacientes Covid?

Cuando recibí la noticia de que íbamos a ser personal Covid mis nervios estaban de punta, tenía mucho miedo, el nervio de traer el virus a casa… no es que ahorita no lo tenga, pero vas desarrollando técnicas que te dan seguridad. El miedo siempre está pero conforme agarras experiencia te sientes más segura con tu persona, con tus compañeras de trabajo y al llegar a casa con tu familia de que todo estará bien.

¿Qué te motiva por las mañanas a ir al hospital a atender a tus pacientes?

El amor a la profesión me levanta, me hace decir: “aquí estoy, puedo con esto, voy a salir adelante” y las muestras de cariño… tuve una paciente de 16 años que me agarró la mano y me dijo: “muchas gracias, no esperaba que me fuera tan bien”, eso sin duda te llena y te motiva.

¿Qué importancia tiene el ser empático con tus pacientes?

Es muy importante estar ahí con ellos, demostrarles seguridad y decirles que como nuestros pacientes los vamos a atender con la misma profesionalidad, con la misma delicadeza y con el mismo cariño que a todos… Yo siempre arriba de mi equipo de protección me pongo una cinta adhesiva  con mi nombre, me gusta que me digan “Gis” y les digo que cualquier cosa que necesiten, me llamen, trato de estar atenta a sus necesidades.

¿Qué te dice tu hija sobre la labor que realizas en estos momentos?

 Ella nunca me ha dicho que renuncie o que me busque otro trabajo, me apoya muchísimo. Al principio cuando les platique lo que implica usar el equipo de protección, cuánto tardo en ponérmelo y quitármelo, lo que es traerlo puesto por horas me dijo “eres una heroína porque no cualquiera lo haría”.

Martha Gisela vive con sus papás, su hermano y su hija, los cinco se han adaptado a las nuevas normas de sana distancia para disminuir el riego de contagio.

¿Cómo cambió tu forma de relacionarte con tu familia?

Con el paso de los días nos tranquilizamos todos un poquito. Mantenemos una distancia y aunque vivimos juntos desaparecieron besos, desaparecieron abrazos, desapareció irnos a ver la tele todos juntos en una cama, y eso es lo que más se extraña, lo que duele más, pero ellos están aquí conmigo y siento el apoyo. Siempre que me despiden de dicen palabras de aliento como: “que Dios te acompañe, “que Dios te cuide”, “que te vaya muy bien”, “échale ganas”, y eso me hace sentir que me quieren y que están preocupados por mí.

Una felicitación por el día de las madres para sus compañeras enfermeras

“Quiero felicitar a todas mis compañeras enfermeras, decirles que no se rindan, que sigan adelante, que somos unas heroínas y que todo esto va a pasar y nos vamos a reír del miedo, nos vamos a reír del llanto, de todo” dice Marta Gisela convencida de que esta es una experiencia personal y laboral que las marcará para siempre.

 

PERDÍ MI IDENTIDAD AL QUITARME EL UNIFORME

Fernanda es madre de dos niñas una de nueve y la otra de tres años, quienes se han tenido que adaptar a la nueva rutina de mamá como el hecho de que ya no usa uniforme para ir a trabajar y realiza una minuciosa rutina de limpieza al llegar a casa.   

¿Qué tan difícil ha sido que tus hijas comprendan tu nueva rutina de trabajo?

A pesar de que aún son pequeñas, platicamos mucho y lo entienden muy bien. Por ejemplo saben que no deben abrazarme cuando llego de trabajar hasta que realice toda la rutina de desinfección y me ayudan a cumplir con todo el protocolo, saben que es por el bien de todos. También les costó entender porque ya no uso mi uniforme para ir a trabajar, pero poco a poco van entendiendo.

¿Qué representa para ti haberte quitado el uniforme?

Perdí mi identidad al quitarme el uniforme. Mis hijas me preguntaban “¿a dónde vas si ya no usas el uniforme?”, no me creían que iba a trabajar, pero me lo tuve que quitar por los hechos de inseguridad que han pasado en contra del personal de la salud, yo nunca me lo había quitado y espero pronto poder usarlo de nuevo, es parte de mí, es parte de mi esencia.

¿Cuál es el protocolo de limpieza que realizas en tu casa al llegar del hospital?

En la cochera me quito los zapatos y la ropa que traigo del hospital, la dejo en el patio desinfectándose e inmediatamente me meto a bañar. Luego ya limpia ahora sí me integro a la dinámica familiar y ya puedo conversar con mis hijas, abrazarlas y cargarlas. A las niñas normalmente las cuida mi esposo, pero cuando las cuidan mis suegros salgo del hospital vengo a mi casa, me baño, me cambio de ropa, trapeo toda la casa por donde pasé y luego ya me voy por ellas con más seguridad.

¿Has pensado en renunciar por todos los riesgos que implica atender a pacientes Covid?

Al principio sí estuve muy tentada a renunciar por lo mismo de que me sentía con mucho miedo y ver que mis hijas no me podían tocar cuando llegaba de trabajar, la incertidumbre que teníamos todos sobre la seguridad sanitaria sí me puso en una situación de tomar decisiones pero con el paso de los días esta sensación ha disminuido y ahora trabajo concentrada para no cometer ningún error mientras atiendo a mis pacientes.

Sin embargo, su vocación de servicio le permite dominar sus temores. Fernanda considera que más allá de la cuestión económica, hay recompensas personales que no se pueden comprar. La empatía que se teje dentro de los hospitales con los pacientes y sus familiares en donde se descubren historias de amor incondicional que se convierten en motivación para seguir adelante a pesar de las dificultades.

¿Cuál ha sido la experiencia más significativa en el periodo de contingencia?

Tuve un paciente adolescente con un grado de retraso, quien se hacía cargo de él era su abuelita. Mientras estuvo hospitalizado ella nunca se fue a su casa a descansar, a comer, a tomarse sus medicamentos, estuvo todo el tiempo afuera del hospital, estaba muy angustiada. A pesar de pertenecer al grupo vulnerable no quiso irse, se quedó para ayudarlo cuando él lo necesitara. Con la ayuda y autorización de algunos jefes pudimos ayudar a la señora proporcionándole comida y algunos medicamentos mientras su nieto estuvo hospitalizado.

 

USAR EL QUIPO DE PROTECCIÓN ES COMPLICADO, ESTRESANTE Y SUDAS A CHORROS

Liliana tiene una hija de dos años y medio, pero además ella le ayuda a su mamá en el cuidado y la crianza de sus tres sobrinos de tres, seis y 10 años para quienes es un ejemplo. Por la contingencia sanitaria, su papá se quedó sin empleo y su mamá trabaja en las labores del hogar, quedando ella como el sustento económico de su familia conformada por siete personas.

La mayoría de tu familia está en el sector de riesgo ¿Fue opción para ti darte un descanso y buscar otro empleo en lo que pasa la contingencia?

Mi familia me planteó la posibilidad de buscar otras maneras de traer dinero a la casa, principalmente enfocadas a las ventas, pero no es lo mismo esperar a que las cosas funcionen a tener ya un sueldo fijo, así que renunciar nunca fue opción para mí.  Además del compromiso que tengo con mi profesión,  yo soy trabajadora de la salud y es mi deber estar ahí para mis pacientes así que aquí estoy.

Su hija acostumbrada a los besos y abrazos, ahora ha tenido que adaptarse a tener poco contacto con mamá.

¿Cómo le explicas a tu hija el distanciamiento que tienes que tomar al llegar a casa?

Para ella es como un rechazo y sí siente ese distanciamiento. Cuando llego de trabajar ella sale corriendo a recibirme a la cochera, eso hacíamos siempre, abrazarla, besarla, cargarla, ahorita eso ha cambiado. Llego y le tengo que explicar que no puedo tocarla hasta que me cambie de ropa y hasta que me bañe, ya después todo lo que quiera, pero ha costado mucho que acepte esa situación y sí se siente muy feo.

A parte del temor de fallar en algún procedimiento que ponga en riesgo su salud, y por ende la de su familia, portar el equipo de protección es algo de lo más complicado en su labor de enfermera. Conlleva un riguroso procedimiento de colocación que tarda alrededor de 20 minutos y se tiene que realizar con la ayuda y supervisión de otra persona quien tiene la encomienda de recordarle los pasos a seguir y verificar que la colocación del equipo se haya realizado adecuadamente para reducir el riesgo de contagio.

¿Cuál es el procedimiento que realizas para colocarte el equipo de protección?

Llego al hospital con ropa civil, luego me pongo el uniforme blanco, de ahí me dirijo al área que denominamos “transfer” que es la que divide lo limpio de lo contaminado. Ahí me pongo mi uniforme quirúrgico. Lo primero que hago es lavarme las manos muy bien hasta el codo, y entre cada procedimiento se realiza un lavado de manos con alcohol-gel.

Entonces me pongo el traje blanco que parece de astronauta, las botas, el primer par de guantes, el cubrebocas N95, los goggles, el gorro, la careta, la bata y por último el segundo par de guantes, entonces en total me lavo como ocho veces las manos con alcohol-gel. En la entrada del cuarto del paciente hay un tapete de plástico que cuenta con químicos para sanitizar el calzado y así es como ya entramos con el paciente.

¿Cuál es el procedimiento de retiro del equipo?

El retiro se hace por lo último que me coloqué, es decir el segundo par de guantes hasta quedar con el uniforme quirúrgico e igual se realiza un lavado de manos entre cada procedimiento, el material que voy desechando se coloca en una bolsa, excepto la careta y los goggles, esos se van a un bote con cloro. De ahí me dirijo al área de regaderas para bañarme y me pongo mi ropa de civil para volver a casa.   

¿Cómo es utilizar el equipo de protección?

Tardamos entre 15 y 20 minutos en colocar el equipo pero parece como si fuera media hora. Sudamos a chorros, lo utilizamos aproximadamente ocho o nueve horas, en ese tiempo difícilmente podemos tomar agua o ir al baño, son jornadas largas. Nos deshidratamos, luego por el calor y sudor se irrita la piel sobre todo en el área de la cara por el uso de los goggles y la mascarilla. Además los goggles se empañan a cada rato. Es muy  complicado y estresante porque no sólo es lo que sentimos al traerlo puesto. Es pensar en colocarlo y quitarlo correctamente para que no haya riesgo de contagio, es pensar todo el tiempo en la familia, en los pacientes y sus familias pero es nuestro deber y estamos comprometidas.

Cuando termina su labor como enfermera, Liliana retoma sus actividades no remuneradas que tienen que ver con el trabajo doméstico, de cuidados y crianza de su hija y sus sobrinos y asegura que “el trabajo no termina” y el compromiso en el hospital y en casa es para siempre.