2020: año nuevo rápido y furioso

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2020 empezó con todo, por lo que aquí, para no variar, haré un recuento igual de rápido y furioso que estos primeros días: vientos huracanados en buena parte del país (eso sí, con arcoiris), un asesinato ordenado por el presidente de Estados Unidos y la consecuente probabilidad de guerra (y de reelegirse, gulp), el juicio en EU contra el hombre fuerte de la seguridad nacional de México en otros sexenios, un enorme incendio en Australia que ha matado millones de animales... 

Como el actual, cuando las tendencias están en su contra varios presidentes de Estados Unidos han recurrido a hacer la guerra con tal de reelegirse. Aquí lo interesante es el posible juicio en su contra, y que ya a otros no les ha funcionado la estrategia. El fin no justifica los medios, por más que los políticos de todas partes se lo crean. Ya chole de cajas chinas o cortinas de humo. Aquí siguen las fake news a todo vapor, y los ataques de uno y otro bando ya son nocivos para la salud mental. El nivel de debate en general está para llorar: cuando no se tienen argumentos, se ataca, a veces de la manera más ruín.

Hace unos días, el 2 de enero, fue el 97 aniversario de nacimiento del escritor estadunidense Isaac Asimov, quien en su obra literaria acuñó las leyes de la robótica: 

«1) Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por 

inacción, permitir que un ser humano sufra daño. 

2) Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres 

humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con 

la primera Ley. 

3) Un robot debe proteger su propia existencia en la medida 

en que esta protección no entre en conflicto con la primera 

o la segunda Ley».

Con su obra de ciencia ficción Asimov creó un futuro donde la llamada inteligencia artificial podría entrar en conflicto con la inteligencia humana. La vigilancia desde la red, los drones en el cielo de China para recibir el año, los perros robóticos vigilantes, los hologramas, el robo de identidades son dilemas que hacen que la ciencia ficción cada vez se haga más costumbrista. 

Con las lecturas sobre la obra de Asimov que hubo estos días pensaba si no se podrían aplicar esas leyes de la robótica a la política o en general a la inteligencia humana. Deberíamos. Hay personas que por su inteligencia o su posición de poder creen que pueden hacer daño a otros, y los políticos sobre todo deberían obedecer las órdenes de los ciudadanos, no actuar por su cuenta ni permanecer inactivos. De Pinocho al Hombre Bicentenario, la literatura nos muestra que necesitamos ser más humanos.

De las novelas de Asimov recuerdo y me gusta El fin de La Eternidad, donde una sociedad secreta se empeña en que no haya guerras en el pasado remoto y descarta el viaje interplanetario por impráctico y caro. Lo hace mediante pequeños cambios que repercuten en otros más grandes al estilo efecto mariposa. La leí en la preparatoria y lo que quedó al final fue: hay que salir de nuestra zona de confort.

En San Luis Potosí tampoco ha sido precisamente un inicio de ciclo muy tranquilo. El compositor y poeta David Soráiz Salazar murió poco antes de que acabara el año. También fue funcionario y promotor cultural, y fue el padre putativo si no de todos sí de la mayoría de compositores de los llamados cantautores o trovadores potosinos. Recientemente le fue publicado Letras de cambio por la Editorial Ponciano Arriaga, libro en el que se recopilan casi un centenar de sus canciones.

El otro tema local es que apenas hace un par de días se abrieron a la circulación los nuevos brazos del distribuidor Juárez, anunciados como un esfuerzo «para mejorar la movilidad urbana». A la mayoría la curva mayor se nos antoja como de juego infantil (HotWheels, ya se le llama en las redes), y pareciera que su poca planeación la va a acercar a otras obras como el paso a desnivel de Carranza e Himno Nacional, o las obras de la avenida Muñoz.

Parece que ya hubo un accidente, la misma noche de la inauguración. A ver qué pasa cuando haya otros más fuertes, o a algún contingente o manifestación se le ocurra cerrar el paso. Movilidad habrá hasta que destapen la carretera 57, mediante la ampliación de una vía alterna o la construcción de una nueva. 

Por cierto, ya que estamos en el tema, ojalá los gobiernos estatal y municipal se aboquen a reponer y reparar las paradas del transporte urbano potosino. En unos días más va a subir el pasaje y el servicio sigue siendo pésimo. Los asientos en muchas paradas son inexistentes o están rotos, y nadie hace nada por niños, mujeres y ancianos que diariamente esperan a veces durante mucho tiempo alguna unidad. Hay un par en la avenida Himno Nacional que mínimo tienen un año sin asientos, eso sí con publicidad fresca. Se sigue privilegiando al coche como rey de la ciudad mientras los peatones no contamos con ninguna banqueta pareja o al menos que se pueda caminar tranquilamente. 

Suscribo lo que Umberto Eco dijo sobre sus razones para escribir en los periódicos: 

«Por ansiedad, por inseguridad. No sólo tengo siempre miedo de equivocarme, sino que también tengo siempre miedo de que lo que hace que me equivoque tenga razón. […] para releerme el día siguiente y para leer las reacciones de los demás. […] A veces hay que […] desconfiar de la aprobación y encontrar en la desaprobación la confirmación de las intuiciones propias. No hay reglas. Sólo el riesgo de la contradicción. Como decía Walt Whitman: “¿Me contradigo? ¡Bueno, pues me contradigo!”». 

Me encantó esta cita de Eco porque últimamente traigo mucho en la mente esos versos de Whitman y algunos de Tabaquería de Fernando Pessoa. Los primeros son: «¿Que yo me contradigo? / Pues sí, me contradigo. ¿Y qué? / (Yo soy inmenso, contengo multitudes.)». Los de Pessoa dicen: «No soy nada. / Nunca seré nada. / No puedo querer ser nada. / Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo».

Si no llega un asteroide o empieza la guerra buscada por el presidente de EU, nos leemos la otra semana. Claro, si no pasa cualquier otra cosa de las miles que pueden pasar. Yo por lo pronto estoy como el perrito del meme, muy orondo con su café en una habitación en llamas. This is fine. O no, como dice la versión más reciente aunque desconocida de la tira cómica que dio origen al meme. Pero tomando café, sí señor. Nos leemos pronto, espero.