Así la vida

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Hoy, la vida y la salud son casi una opción en nuestras manos.

Ya más de medio año en un semi-confinamiento han venido a modificar nuestras estructuras y con ello, algunos hábitos y rutinas que han ido a constituir una abundante lista de costumbres, sometidas a un análisis cotidiano y casi imperceptible.

La pandemia puso a la vista de todos, el verdadero estado de los servicios de salud, y también mostró nuestros hábitos de consumo en nuestras dietas, nuestra voluntad para mantener un cuerpo en buenas condiciones y una voluntad un tanto deteriorada para conservar hábitos de vida saludables. Así, ricos y pobres, altos, bajos, gordos, flacos, guapos y no tanto, estamos en ese estado cercano a la alerta constante para evitar el contagio y por lo tanto la enfermedad.

Mas por información no hemos dejado de recibir indicaciones, orientación y demás recomendaciones para mantenernos lejos de la transmisión del COVID 19 y hablando por nuestra ciudad, podemos decir que este flujo de comunicación ha sido constante y sin reserva.

Aún así, la pandemia ha cobrado una cantidad de víctimas fuera de lo esperado y con tristeza hemos visto el padecimiento de familias al despedir de la vida a sus seres queridos. Aún así, soy de las que creen en la premisa de que todo en la vida debe tener algo positivo y no dejo de pensar que muchos hemos tenido la oportunidad de modificar, revalorar y reestructurar nuestras dinámicas, nuestras relaciones, nuestras dietas entre otras muchas cosas.

La pandemia nos permite revalorar la falta de convivencia de otros tiempos, la prisa intrincada con la eficiencia, la atención honesta confundida con el compromiso, la amistad y no la conveniencia: el valor de formar desde la familia comunidades que se apoyan, se comunican fraternalmente, trabajan con el foco en objetivos comunes y no en individualismos que nos aíslan y nos degradan.

La cosa no está fácil y parece que se va a complicar más por lo que creo que es momento de reconsiderar y afianzar esos núcleos que nos nutren y nos hacen mejorar, crecer y ser mejores seres humanos. 

Y si bien esta misma realidad nos afecta de maneras muy diferentes, creo que estamos aprendiendo o retomando posturas y actitudes como la solidaridad, la compasión y la cooperación. Hemos aprendido que apoyar el consumo de los productos locales mantendrá la estabilidad económica de una o más familias. También entendemos hoy la necesidad de mantener las calles limpias, de cuidar nuestros gestos, de practicar la cordialidad en esos paseos “de perros” o de simples paseantes en las tardes de los primeros meses de este episodio, que nos ha tocado experimentar juntos.

Será un episodio recurrente; entraremos y saldremos del confinamiento; modificaremos nuestros estilos de vida, nuestro sustento y nuestros gustos y caprichos, pero quizá convenga pensar que todo ello nos deberá conducir a una evolución y no a lo contrario.

PD: no generemos nuevos rubros en la basura que producimos: coloquemos el cubre-bocas desechable en basureros y no en la vía pública o en los terrenos de nuestros parques.