Así no, señor López

En su libro “El regreso del idiota”, publicado en el año dos mil siete, los escritores Carlos Alberto Montaner, Plinio Apuleyo Mendoza y Álvaro Vargas Llosa dedican un capítulo al actual presidente de nuestro país, el señor López. Comparto algunas menciones que hace el texto, cuasi profético.

Dicen los autores: “Lo malo de AMLO es seguramente su motivo de orgullo: ser depositario de una ojerosa ideología y forma de actuar conforme a sus dictados”; más adelante: “Fiel a un típico recurso populista, en sus ideas y programas solo reconoce la influencia de figuras históricas de su país. Del mismo modo que Chávez invoca a Bolívar, AMLO se presenta como descendiente político de Lázaro Cárdenas y de Benito Juárez. Del primero heredó, por cierto, lo malo y no lo bueno. Lo malo: sus políticas económicas estatistas que lo llevaron a nacionalizar la industria petrolera y los ferrocarriles y a propiciar un tipo de propiedad agraria comunal más demagógica que provechosa para el país. Lo bueno: Cárdenas buscó los enfrentamientos de clase, como sí lo hace AMLO. De Juárez, pese a lo que dice, tiene muy poco de su rigor y su transparencia en el manejo de las finanzas públicas, aunque sí algo de su autoritarismo.”

En otra parte del texto, señalan: “Con frecuencia, como hace Chávez en Venezuela, echa mano del lenguaje popular para hablar satíricamente de las llamadas por el clases favorecidas y de paso atribuirles toda clase de conjuras contra él y su gestión como jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Así, por ejemplo, cuando el 27 de junio de 2004 cerca de 700 mil personas desfilaron por el Paseo de la Reforma para protestar contra la inseguridad y la ola de secuestros que golpeaban la ciudad, él decidió que esa multitud estaba compuesta ante todo por élites sociales, por pirrurris, expresión que a veces acompaña de otros términos despreciativos del mismo género: ‘camajanes’, ‘machucones’, ‘finolos’, ‘picudos’, ‘exquisitos’.”

¿Les suena? A doce años de distancia, es claro que el libro citado daba cuenta de nuestro actual y sentido presente. El señor López es todo lo que se dijo de él, aderezado con una desmemoria impresionante…desmemoria o intencional olvido, pues da claras muestras de recuerdos selectivos.

En su libro (sí, López ha escrito varios, o, por lo menos, aparece como su autor) titulado “2018 la salida”, realiza una serie de afirmaciones, compromisos, promesas y propuestas que hoy ha dejado atrás, bien guardadas en los mismos lugares donde se empolvan sus obras. Dice López: “Es fundamental que exista acompañamiento y fiscalización ciudadana en las adquisiciones y contratos de obras y de servicios públicos”; entonces, señor López, ¿eso de las adjudicaciones directas que ha realizado en tan solo cinco meses de gobierno, significa que antes usted estaba equivocado?

En otro pasaje: “La decisión de enarbolar la bandera de la honestidad irá acompañada de la actuación consecuente de los servidores públicos. Predicar con el ejemplo será la enseñanza mayor”. ¿En serio? ¿Por eso envía ternas repetidas, con personajes sin capacidad para integrar la Comisión Reguladora de Energía, en un sainete escénico donde dejó en claro que ve a los Senadores como lacayos, cometiendo un acto de fraude a la ley en el sentido más estricto de lo ético, aunque jurídicamente fuera válido?

¿Cuál es esa moral, la del señor López y nada más?

En respuesta a un valiente planteamiento hecho por Pedro Ferriz Hijar en una de las reuniones mañaneras con periodistas, respecto de que el presidente use su cargo para llamar a la prensa, “fifí”, López contestó: “Antes como el gobernante no tenía autoridad moral, cualquier periodista lo ninguneaba y no podía responder porque le sacaban sus trapitos. Yo tengo autoridad moral, por eso cuando estoy viendo que hay una actitud tendenciosa de la prensa respondo”; además, explicó su calificativo favorito: “¿Qué eran los fifís? Son fantoches, conservadores, sabelotodos, hipócritas, doble cara”.

Hay una constante en la actuación de López: busca dividir en dos partes a la población; hay una clara tendencia a sectorizar en “ellos” y “nosotros” a los mexicanos. Para López, “nosotros” incluye a quienes simpatizan con él, en tanto que “ellos” lo utiliza para referirse a (me incluyo) quienes lo cuestionamos.

¿Su moral le indica que el enfrentamiento entre los miembros del pueblo es la mejor solución? ¿Su moral da cuenta y echa por tierra de las reglas y normas para poner las propias, solo regidas por su voluntad? 

Cito el texto publicado por Don Francisco Tomás y Valiente en el diario español El País el 15 de febrero de 1996, hablando de la Razón de Estado, que en mucho aplica a lo que hoy por hoy vivimos en nuestro México: “La mala razón de Estado, su sinrazón, lo que le hace perder su legitimidad, es la divinización o satanización del poder: la voluntad de poder, su sustantivización, el sometimiento de todo a su conservación por parte de quienes lo tengan, y el todo vale desde él en la persecución de fines legítimos o ilegítimos.”

Así no, señor López, así no.

@jchessal