Bien leones

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Así presumen andar varios aspirantes a un cargo de elección popular, asaltando la esperanza de ciudadanos que no quisieran padecer más realidades tristes, sino, cuando menos, escuchar promesas serias y viables. Pero no, como andan “bien leones” prefieren hacer alarde de aparente fuerza y no de ponderada estrategia. Olvidan una de las observaciones de Maquiavelo, contenida en el capítulo XVIII de “El Príncipe”, cuando el poderoso se ve obligado a comportarse como bestia para, sobre todo, “ser zorro para conocer las trampas” y, no sólo para espantar lobos. Pero, no pidamos peras al olmo, pensando que todos esos suspirantes leen y entienden algo de vez en cuando, sino, tan siquiera, que se atuvieran a las lecciones que encierran los dichos populares, como aquel que advierte : “el león no es como lo pintan”.

Pero hay otro dicho que reza: “el león cree que todos son de su condición”. Así, resulta que no pocos políticos que andan lucrando con las necesidades que apremian a la gente, sobre todo en época de pandemia, creen que la sociedad les habrá de agradecer su “desprendido” gesto con apoyo clientelar y electorero, asumiendo que los ciudadanos son manejables como en el pasado y no cada vez más libres y conscientes en el ejercicio de sus derechos. Competir para ver quien resulta más león para repartir apoyos clientelares, deviene en puja de apariencias para, si acaso, medio espantar a ciertos lobos, pero no deja de ser una conducta a lo bestia, carente de la otra naturaleza que señala Maquiavelo como propia del hombre, referida al comportamiento “conforme a las leyes” y que “un príncipe debe saber emplear las cualidades de ambas, y que una no puede durar mucho tiempo sin la otra” (Ibid.) .   

Y ya que nos referimos, de alguna manera, al comportamiento “conforme a las leyes”, habría también que destacar otra observación de Maquiavelo, contenida en el capítulo VI de la misma obra, sobre “las dificultades de emprender la introducción de nuevas leyes” y que, por ejemplo, en el caso actual de la resistencia de mucha gente a tomar medidas de prevención que frenen los contagios virales, resulta más que pertinente evaluar -con todo y riesgos de costo político- la necesidad de apremiar a que las personas usen cubre-bocas y mantengan sana distancia porque “los pueblos son tornadizos, y, si es fácil convencerlos de algo, es difícil mantenerlos fieles a esa convicción, por lo cual conviene estar preparados de tal manera que, cuando ya no crean, se les pueda hacer creer por la fuerza”. Una fuerza fundada en la legalidad, por supuesto, además de una dosis mínima de razonabilidad personal y de responsabilidad colectiva.

Legalidad, razonabilidad, responsabilidad, son instrumentos con los que, ahora, deberían ir “armados” los políticos que aspiran a ocupar un cargo público y representar los intereses ciudadanos. No son las armas en sentido literal, como lo observara Maquiavelo, pero no pocos miembros de la clase política consideran que si van bien pertrechados de trayectorias dudosas, demagogia y otras tantas muestras de aparente fuerza, lograrán su cometido. Porque, ciertamente, en el pasado, hubo casos de “profetas fracasados” porque “no estuvieron armados”. Empero, el pasado y sus lecciones son descripciones que hace el escritor florentino para una época y lugar determinados -aunque, por lo demás, son de tenerse en cuenta-, pero no para tomarlas como prescripciones que debieran seguirse a pie juntillas.  

En suma, parecieran tiempos en que muchos quisieran pasar como “bien leones”, pero una de las lecciones que está dejando la realidad actual es que más vale conducirse con prudencia, quizá siguiendo otra conseja popular que dicta “más vale maña que fuerza”, entendiendo “maña” como sagacidad o destreza y no como comportamiento delincuencial o mafioso, no vaya siendo que se termine como el de la combi.