Castillos, laberintos y búnkers

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Impasse. El punto muerto o al menos una cesura en este verso de arte mayor que llamamos vida. El compás de espera. Era inevitable esta ralentización de la vida cotidiana luego de ver los efectos del Covid 19 en otros países. Y eso que aún no se ha inaugurado (es un decir) la fase 2.

De lo dionisiaco a lo estoico y de la precaución al pánico. Los mitos, como en muchos casos, son buenas explicaciones a lo que está pasando. No es casual que en nuestro idioma haya palabras relacionadas con dioses y castigos, en buena parte griegos. No es casual que surjan remedios y amuletos, que interpelemos a la divinidad para casi todo. ¿Es casual que las epidemias o pandemias se agravan en cuaresma? Como decían los abuelitos, pos sabrá Dios. 

El 21 de marzo es oficialmente la entrada de la primavera, aunque en realidad la estación llega antes o después, y este año fue el jueves 19. Los griegos simbolizaban el solsticio con la salida triunfal de Perséfone del oscuro reino de Hades, por quien fue secuestrada para hacerla su esposa. Tras negociar, Zeus logró que Perséfone estuviera seis meses en el inframundo y seis meses en la superficie, para que todo pudiera florecer. Por algo Perséfone (la primavera) era hija de Démeter (la Tierra) y del mismo Zeus. 

Hasta este sábado iban 203 casos confirmados de Covid-19 en México, de los cuales nueve están en San Luis Potosí (aquí todos con viajes recientes al extranjero). Una noticia relacionada con el tema, curiosa por el ‘qué’ y el ‘quién’ periodísticos, es que el diputado Ricardo Gallardo repartió 100 toneladas de limón y 100 de naranja, «a petición de habitantes de diversas colonias». Nadie ignora que está apuntadísimo como candidato por la gubernatura, por el partido que sea.

Pánico viene de Pan, el semidios del bosque y de los pastores, con cuernos y la mitad inferior de cabra. Ese sátiro era asiduo de las reuniones con Baco, el dios del vino, y de sus fiestas religiosas, llamadas bacanales. Era la representación de lo salvaje. Pánico era el miedo que infundía entre caprinos y humanos, y es el miedo exacerbado, irracional, que puede acometer a muchos en crisis como la de esta pandemia. El pánico puede ser una respuesta biológica pero también surge ante razones inventadas.  Pan, en fin, es ‘todo’ en griego. 

Guardadas las distancias, literalmente, hemos de sobrevivir la mayoría. Como Asclepio, también llamado Esculapio, el dios griego de la medicina, de quien se cuenta que murió como semidios y resucitó como un dios. Era hijo de Apolo, de quien heredó los poderes curativos, y fue entrenado por el centauro Quirón, mentor también del poderoso Herakles o Hércules. A Asclepio se le representa con un bastón en el que está enrollada una serpiente, y de esta imagen vine el actual símbolo de la ciencia médica. Si bien la vacuna fue inventada hasta muchos después, ya algo se intuía acerca de que la dosis hace el veneno, y una pequeña cantidad de lo que enferma puede funcionar como antídoto. 

Dos de las hijas de Asclepio son simbólicamente importantes para los acontecimientos actuales: Higea y Panacea (y sí, otra vez la raíz ‘pan’). De Higea viene la palabra higiene, pues ya se hablaba de la limpieza para conservar o recuperar la salud. Panacea es ‘la que todo lo cura’, de ahí que se llame panacea a algunos productos al exagerarse su poder curativo.

Algo tan básico como la higiene parece algo nuevo a la vista de muchos, pero también es cierto que hay lugares —colonias o barrios, pueblos, esquinas— donde esta higiene no puede darse porque no hay agua ni donde lavarse. Tan solo un ejemplo cercano: en la colonia Himno Nacional, donde viven mis padres, hay una secundaria donde los vecinos de otras calles y los padres de alumnos que los llevan en carro, van y dejan sus bolsas de basura, sin importarles que ese día pase o no el camión del ayuntamiento. A cualquier hora y cualquier día llegan y en pocas horas ya se desperdigó el contenido de las bolsas. Ya se le conoce a esa esquina como «el basurero de la Ciriaco». 

Las personas en situación de calle, los comerciantes de puestos, los locatarios, están expuestos a todas las enfermedades. No puede «quedarse en casa» quien no la tiene, no se va a lavar las manos quien anda todo el día de un lado para otro o su alimentación depende de estar todo el día en el transporte público, o manejando billetes y monedas insalubres.

Si se puede, buscar el aislamiento es lo mejor, pero tampoco se trata de quemar en leña verde a quienes tienen que sacar «el pan nuestro de cada día», y es que o salen de casa o no tienen para comer. Sanitizar, no satanizar. Quienes podemos, busquemos distancia de quienes queremos. Lo dice bien, como todo lo que dice, Francisco Kafka:

«No es necesario que salgas de casa. Quédate a tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, espera solamente. Ni siquiera esperes, quédate completamente solo y en silencio. El mundo llegará a ti para hacerse desenmascarar, no puede dejar de hacerlo, se prosternará extático a tus pies». 

A propósito, la palabra en sí misma también fue considerada como un virus por William S. Burroughs, idea que decía retomar de Kurt Unruh von Steinplatz:

«La palabra es un virus de los denominados de mutación biológica […] Habiendo efectuado alteraciones en la estructura del huésped que dieron como resultado una nueva especie diseñada especialmente para alojarlo, el virus puede ahora replicarse sin perturbar el metabolismo y sin ser reconocido como un virus […] Steinplatz plantea que el virus de la mutación biológica, al que llama Virus B-23, está contenido en la palabra. Liberar a este virus de la palabra podría ser más peligroso que liberar la energía del átomo. Porque todo el odio todo el dolor todo el miedo toda la lujuria están contenidos en la palabra...»

Suena loco… ¿o no tanto? Un ejemplo de esta palabra-virus podría ser el eufemismo. Nos infectamos de ideas, de imágenes verbales. Se ocultan noticias y se crean dudas mediante bichos. Es eufemístico que la se hable de Jornada Nacional de la Sana Distancia. Y es eufemismo el de algunos medios para encubrir que la controladora Alsea (la de los cafés y hamburguesas gringos, las pizzas de juego de mesa y los restoranes clasemedieros) no les pagará a sus ya malpagados empleados durante la mencionada Jornada.

¿Quién y cómo aguantaría una cuarentena total? ¿Por cuánto tiempo? Estamos en México, digo. Me gustaría conocer situaciones, experiencias, y poder compartirlas la siguiente semana.

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Correo: debajodelagua@gmail.com