Cuidado con la realidad

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Una semana más, ya rumbo a los días de la danza, del niño, de la madre y del maestro, que habrán de celebrarse de manera diferente pero con el gusto de ser y de crear. Nos aguarda un mes de cuarentena, mínimo, a ver si pronto se pueden retomar algunas actividades, aunque sin relajarnos ante el bicho llamado SARS-CoV-2, familiarmente llamado «el nuevo coronavirus».

Las cifras globales casi se triplicaron en una semana. Hasta hace unas horas ya íbamos llegando a los casi 3 millones de contagios en el mundo, mil 200 muertes en el país y siete en San Luis Potosí. Las cifras anteriores son las oficiales, ya saben que hay que diferenciar entre lo confirmado, lo proyectado, lo estimado y lo sospechado, por aquello de que no es lo mismo posible que probable.

Más que nunca necesitamos hacernos a la idea de lo que los romanos decían: Hic et nunc, aquí y ahora. Ya no hay pasado y el futuro no se sabe cómo será. Podemos planear, mejorar, cuidarnos para poder pasar más tiempo juntos aunque sea a distancia, pero lo que tenemos es este hoy, un respiro a la vez. A menos que se invente una vacuna contra la covid-19 o sepamos cómo viajar en el tiempo, la realidad es una posibilidad que creamos a cada instante.

Los mejores asideros son el arte y la ciencia, no la política, donde hemos visto que pocos «representantes» están a la altura de las circunstancias. Un día uno recomienda «como sarcasmo» la inyección de desinfectantes, otro «pendejea» a sus representados, aquél niega haber sido abducido, fulano pone a los muertos entre los curados «porque ya no contagian», zutano hace túneles sanitarios con su nombre, perengano sanitiza con agua-cloro nomás para quedar bien en la foto, y uno más defiende actitudes de su codicioso de cabecera. Ni a cuál irle.

Al parecer se sabía que podía ocurrir una pandemia, lo que no se sabía era cuándo, y por eso los gobiernos del mundo decidieron no invertir en equipo para «combatir» (sí, la terminología bélica está vigente, a pesar de Susan Sontag). David Quammen, autor de la novela Contagio (2011), para la cual investigó el tema a profundidad, aseguró a El País que «los políticos se decían: no gastaré el dinero por algo que quizá no ocurra bajo mi mandato». 

La realidad nos alcanzó, a todos, y por ahora es difícil saber causas, curas, consecuencias en todos los ámbitos y nuevas amenazas. Por eso es necesario contrastar, investigar, dudar de lo que se difunde en redes sociales, tratar de no irse con la versión más conspiranoica y esperar que los que toman decisiones grandes «no la rieguen».

Se ha hablado de multitud de sustancias y medicamentos como curas o preventivos, de reinfecciones y de planes malévolos para dominar al mundo pero nada está probado. La paciencia es clave, pues se estima que gracias a las personas que han podido resguardarse en casa se han salvado más de 8 millones de vidas en todo el planeta. No hay que bajar la guardia.

Mi respeto, y apoyo en lo posible, a quienes tienen que salir, es una situación que requiere paliativos, apoyo, otras condiciones laborales y de subsistencia. Mi respeto y admiración al personal de salud, a agricultores y prestadores de servicios públicos. Lo que enoja y preocupa son quienes andan en la calle como si nada, sin respetar la sana distancia, poniendo «gratis» en peligro a los que sí tienen que ir buscar el pan a sabiendas de que es un peligro. Enojan los que pasean con toda la familia o hacen pachangas, quizá con la idea esta de «cuando te toca, te toca», pero bien lo decía mi bisabuela… «pero no hay que ponerse en el tocadero».

Acerca de la realidad como tema he encontrado materiales excelentes, que espero compartir (en este y otros espacios) durante estos días. Vaya por lo pronto esta reflexión de Jorge Wagensberg: «El hecho de que la realidad se parezca tanto a la del día anterior nos hace olvidar algo fundamental: que la realidad no hay quién la entienda».

Posdata: al momento de cerrar esta columna se rumoraba la muerte del dictador norcoreano Kim Jong-un y el ascenso al poder de su hermana de 32 años, Kim Yo-jong. ¿Ven cómo la realidad cambia en un santiamén? Nos leemos la siguiente semana, espero.

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