logo pulso
PSL Logo

Diapasón y canela

Por Alexandro Roque

Junio 18, 2023 03:00 a.m.

A

Jerez es un “Pueblo Mágico» que está a una media hora de Zacatecas, en la carretera a Guadalajara. Es más fácil si a lo turístico se une lo poético para cumplir con esa difícil encomienda (colectiva) de dar y tener magia. Y Jerez, como tierra natal de Ramón Modesto López Velarde Berumen, por su ánima hospitalaria y lugares para visitar, lo cumple con creces.

Hay Pueblos Mágicos que solo tienen dos o tres edificios visitables, y no cuentan con servicios e infraestructura para atender visitantes. Por Jerez se puede pasear todo el día y disfrutar de diversos atractivos. El goce es doble cuando se imagina uno al poeta cantándole a su tierra: “¿Oyes el diapasón del corazón? / Oye en su nota múltiple el estrépito de los que fueron y de los que son”.   

La casa natal de López Velarde ha sido transformada en un museo interactivo. En cada habitación y hasta en la cocina puede oírse el poema adecuado, de “El piano de Genoveva” y “A la patrona de mi pueblo” a “En tu casa desierta” o “Todo”: “Sonámbula y picante / mi voz es la gemela / de la canela”. 

Tuve el honor de estar este viernes 16 en el Teatro Hinojosa de Jerez para asistir a la ceremonia de premiación de los Juegos Florales Ramón López Velarde 2023, encabezada por el presidente municipal, José Humberto Salazar Contreras, y el director del Instituto Jerezano de Cultura, Víctor Iturriaga. Todo de maravilla, desde la recepción hasta la convivencia posterior. Además de un servidor por el poemario “Memorias funambulistas no aptas para acrofóbicos”, recibieron un reconocimiento en narrativa el escritor nacido en Trancoso, Pablo Reyes Cordero, por “Pablo, un milgro de Dios”, y el premio especial al mejor trabajo jerezano la poeta Diana Noemí Martínez Mireles, por “Para pulirme las rebabas y sacarme las espinas”.

El 14 de junio fue aniversario del poeta potosino Manuel José Othón, el 15 el de López Velarde y el 16, cuando fui a Jerez, muchos lectores celebran el bloomsday: comen o hacen un recorrido semejante al de Harold Bloom, protagonista de El Ulises de James Joyce. Cada quien sus odiseas, la mía la disfruté mucho, aunque Penélope no pudo ir. Ya será al otro viaje, espero sea pronto.

Va un fragmento mínimo del texto que leí.

Es un honor estar por fin, después de tanto soñarlo, en la tierra de Ramón López Velarde, cuya obra es parte de mi crecimiento personal y como escritor. Sí, ha sido un sueño muy esperado. De niño leí La suave patria y de adolescente su poema sobre el candil en forma de barco del templo de San Francisco, allá en la capital potosina. 

Su estancia en San Luis Potosí, cuando estudió Derecho y ejerció como abogado, ha hecho de su presencia un halo en toda la literatura regional. Al hacer el programa e impartir la materia de literatura regional para la naciente carrera de Lengua y Literaturas Hispanoamericanas de la UASLP incluí por supuesto y entre otras, “El son del corazón” y su “No 

me condenes”. 

Soy afortunado testigo de la vida que se le ha dado desde hace 28 años (desde el 15 de mayo de 1995) a la casa donde vivió Ramón López Velarde en San Luis Potosí, como sede de la Dirección de Publicaciones y la editorial Ponciano Arriaga. En la esquina de Rayón y Vallejo del barrio de San Miguelito, como periodista cultural, autor o colaborador he estado en cursos, presentaciones de libros (locales, nacionales e internacionales), charlas, dramas, recitales y talleres. Desde 2021 la casa de López Velarde ha sido Casa de un taller literario que me honro en coordinar, al que asisten jóvenes de todas las edades para pulir sus textos y compartir lecturas. La pintura de nuestro santo patrono López Velarde preside cada actividad. Su director, el poeta Octavio César Mendoza, me ha pedido extender sus saludos y su ánimo de establecer una alianza de instituciones lopezvelardianas hermanas, con coediciones y presentaciones. 

El poemario “Memorias funambulistas no aptas para acrofóbicos” surge de una canción de Love of Lesbian y una conversación con la poeta Fabiola Amaro durante la presentación de su libro El Circo. Son variaciones sobre el ritmo y el peligro de caer que implican los actos circenses a gran altura y el oficio de escribir: ambos requieren concentración, soledad y, sí, ciertos aplausos a la hora de mostrar lo que se ejercitó en privado: “Cansados o heridos / escribimos en la cuerda floja, / entre penumbras esperamos la marea alta / mientras la otra pista se ilumina / con coloridos payasos...”.

Espero pronto poder compartir este poemario. Gracias.

http://alexandroroque.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com

Twitter: @corazontodito