Diciembre ya

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No sé nada

No he leído suficiente para comentar o 

recomendar

Me he dedicado a vivir el día

A cumplir, o a postergar

A decidir o a elegir

A pensar que es abril y no diciembre

A imaginar que es pronto para sacar la corona 

de navidad

A reír cuando toca Y a no llorar cuando es tiempo

Si te quedas sin palabras: invéntalas. Si te quedas sin opciones constrúyelas-

Parece una solución cuando nos topamos con pared o cuando los bolsillos están vacíos.

Hoy merece la pena pasear la mente por el parque del recuerdo o por la estación del futuro.

Ambas son posibilidades dignas de explorar

Aún cuando la edad ha llegado más allá de la cuenta que aún se presume, o antes de que la misma sea una carga.

La edad llega con la mente vieja o la consciencia madura. Es cuestión de elegir cuál de las dos parece más interesante.

Este 24 llega de nuevo Santa y nace nuevamente el niño que engendra el Dios que la humanidad espera… al menos eso cantan algunos salmos.

Aún siendo ateo, gnóstico o una variante de los anteriores, llega diciembre y uno espera un final y un comienzo. 

Hay un término y una renovación que puede o no, estar ligada al calendario gregoriano o al período de adviento.

Los seres humanos necesitamos rangos de tiempo: inicios, metas, lapsos que nos permitan evaluarnos y quizá resignificarnos ¿es éste el momento? Para muchos sí.

Aún con todas las defensas de la modernidad, en diciembre la mayoría buscamos el calor de la familia o de lo que se le parece. A pesar de las malas experiencia. O de las menos satisfactorias nos da por la reunión para encontrar en ella eso que está dentro de cada uno y que nadie logra descubrir.

Somos misterio, somos búsqueda, somos insatisfacción, somos esperanza, somos medio animales y medio humanos en proceso de maduración o en medio de media evolución, aún cuando nos hemos sentido desde hace muchos siglos, un “producto terminado”.

Si me entienden voy de gane porque divago entre las ideas y el teclado, entre la pantalla y la realidad, entre un lápiz en desuso y el pincel olvidado.

Las letras van por los que fueron de carne y hueso y ahora son 

espíritu. 

Por los que aún son de carne y hueso y quedan a leguas fantásticas de distancia.

Van por los que siguen en esa carne y esos huesos, pero se fueron por muchas razones o por ninguna.

Van por quien decidió dejar la carne y el hueso y se alejo sin más adiós que un gran silencio.

Vistamos diciembre de recuerdos nuevos si los anteriores cansan o duelen.

Seré diciembre sin más pena ni gloria que la alegría interior de estar aquí.