Divagando…

Compartir:

Cuestión de semántica, de mala educación, o negligencia, quizá algo de descortesía popular, demencia senil, olvido ¿cómo nombrarlo?

Palabras que nos dan una idea de un territorio de contrastes en donde un día se amanece de modo y al día siguiente de otro; una vez tomada la investidura las promesas se diluyen, se vuelven discurso o perorata; cantaleta, verborrea.

La tierra de lo increíble, en donde uno se tropieza más de una vez con la misma piedra, un pueblo “bueno” a secas con lo que eso conlleva; un pueblo a ciegas. El país en donde el tuerto es rey, en donde alzar la voz o simplemente no coincidir se concibe como subversión, rebelión, complot, confabulación.

La comarca en donde la ley es la no ley, zona de guerra no declarada, en donde las inundaciones se prohibieron por decreto y se convirtieron en encharcamientos, por aquello del “que dirán”. Zona de absurdos y mutilaciones, de bolsas de plástico con organismos en descomposición como muestra de la sociedad, en la que se engendran uno y más delitos sin resolver: el pan nuestro de cada día. Mendrugos de un pan que nos tiene atragantados. Crónica del derrumbe anunciado.

Pesimismo versus ilusión con una mezcla de esperanza e ingenuidad. 

Confrontación por clases sociales, vuelta al pasado y a sus contingencias; retroceso acelerado, caída libre, la ley a modo, la ilegalidad igual: perspectivas fuera del ángulo de operación.

Soluciones sordas, mancas, cojas, miopes. Conejillos de indias en un laboratorio nacional.

Conservador o juarismo. Fifís o chairos, pueblo o aristocracia ¿en dónde ubicarse? La ley del monte o la constitución con sus arreglos, salud gratuita sin caducidad, abuelos o niñeras. Guarderías o dinero en efectivo. Populismo o neoliberalismo.

Ahí no cabe más que el pueblo “güeno” 

¡Qué me caiga un rayo, “me canso ganso… eso sí calienta”

El vocabulario transformado y con ello la sociedad 

No hay pa´donde hacerse

La trampa se estrecha: reacciona