El derecho a la salud

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De una semana para acá hemos comprobado que el tiempo es relativo. Se vuelve elástico, chicloso. La pandemia no ha terminado de llegar a estas tierras y esta lentitud ha generado incertidumbre, desconfianza y hasta incredulidad a pesar de que ya vimos cortar las barbas del vecino. 

De una semana para acá en San Luis Potosí hay 16 personas contagiadas más, 10 sospechosas más y dos muertes más, para un total de 51, 162 y 4, respectivamente. El crecimiento de la enfermedad Covid-19 aún no es exponencial, pero hay brotes locales y hay enfermos en las cuatro regiones del estado: San Luis Potosí, Soledad de Graciano Sánchez, Matehuala, Ciudad Fernández y Aquismón, de las edades más variadas.

Hay imágenes terribles y esperanzadoras de todas partes del mundo, aunque por nuestra visión centralizadora se privilegian las de Europa y Estados Unidos. Fosas comunes en Nueva York y los féretros a mitad de la calle en Guayaquil compiten con acciones heroicas y solidarias de quienes cuidan o fabrican materiales para ayudar a las víctimas de la enfermedad. 

De un lado, de vecino a vecino, de país a país, estudiantes, ancianos, empresas que tratan de crear implementos para ayudar a otros son de aplaudirse. En varias partes del mundo equipos de profesionales de la ciencia, a veces con magros presupuestos, trabajan a marchas forzadas para hallar curas o vacunas contra la enfermedad del siglo XXI.

Por otro lado, el lado oscuro, hay muchas imágenes y anécdotas desoladoras. El capitalismo salvaje quiere salir indemne, y los grandes empresarios son los primeros que se olvidan de los derechos de sus trabajadores pero piden apoyo oficial, ese que urge para todos los de a pie. También mucho nos dice de la sociedad actual el salvajismo de quienes atacan a los profesionales de la salud «por miedo al contagio». Uno de estos casos fue aquí, en San Luis Potosí, donde unos adolescentes quemaron con café hirviendo a una enfermera del Seguro de Zapata.  

Se nos olvida que somos un cuerpo social, y que como tal deberíamos actuar como conjunto, reorganizar prioridades y preocuparnos por sanar. Parece que olvidamos lo principal en aras de lo ideológico. Merecemos salud física, mental y social. El derecho a la salud no es solo el acceso a los servicios médicos, sino a la prevención y a los servicios que garantizan la higiene y el cuidado de uno mismo y de su familia. 

Parece que son tiempos en los que las creencias suelen imponerse a la realidad. Hay quienes dicen que la covid-19 no existe. Se puede creer o no creer en que se está haciendo lo correcto a nivel gubernamental, creer o no en las cifras oficiales, en el uso o no de cubrebocas, pero nuestro derecho a la salud, como otros derechos, termina donde empieza el de los demás. 

Hay quien puede guardarse y no salir ni para ir a la tienda, y habemos quienes tenemos que ir a hacer compras para la semana. Hay quienes salen a sus negocios, atienden puestos o entregan a domicilio lo que otros piden, y hay inconscientes que se fueron a la playa o han hecho fiestas sin estar alertas ante lo que apenas viene: la expansión exponencial del virus.

Este apocalipsis, en el que no podemos tocarnos o hablar cara a cara, ha provocado la pérdida de miles de empleos, la cancelación de miles de contratos y la suspensión de muchas actividades. Turismo, deportes, cultura y comercios de todo tipo se ven mermados, los informales y los profesionistas independientes peor. Todo es incierto para la mayoría. No hay una fecha para volver a salir y eso debería quedarnos claro. Nos necesitamos, separados, pero nos necesitamos.

Ojalá aprendamos algo. Quizá porque el crecimiento parece lento, quizá porque muchos no conocen a alguien que se haya enfermado (lo cual no es igual a no estar contagiado), pero muchos potosinos no se han tomado en serio lo de quedarse en casa. En una semana, máximo dos, cuando el número de contagiados se multiplique por sí mismo cada día, vamos a estar en verdaderos problemas. 

Sana distancia, no salir o si lo hacemos tener cuidado, lavarnos como maniáticos. Suena simple, ¿no? Vamos a tomarnos en serio. Quiero leerlos, que nos leamos, la siguiente semana.

https://alexandroroque.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com