A veces el motivo es lo de menos, lo que importa es «ganar» la discusión y demostrar así una supuesta superioridad (moral, intelectual o de lo que sea), pero esa superioridad suele sacar a relucir los complejos propios y su justificación: esa proyección de la que hablan los psicoanalistas. Esta semana el pretexto fue una pintura, La Revolución, más conocida como el «Zapata gay» o «Zapata afeminado» que se exhibe en el Palacio de Bellas Artes, obra de Fabián Cháirez.
La obra, de regular factura pero significativa, fue sobredimensionada por colocarse (como otras de las 140 de la muestra) en los carteles publicitarios de «Emiliano. Zapata después de Zapata». Tras días de escándalo mediático, un grupo de «campesinos» se manifestó en el Palacio, pretendiendo que se quitara tal obra de la muestra pictórica. Hubo hasta golpes. Los descendientes de mi general amenazaron incluso con demandar a Bellas Artes por «denigrar» al más campesino de los dirigentes revolucionarios. Tras una negociación aceptaron que se exhiba, pero obtuvieron lo que algunos consideran censura: se pondrá junto a la obra una cédula donde se indica el desacuerdo de los familiares.
Los nuevos tratamientos de temas religiosos o patrióticos suelen ser los que ocasionan más reacciones, pero el arte, cuando es arte, debe tocar estas y otras iconografías.
Decíamos ya en otras columnas que hay que cuestionar nuestras significaciones sobre el arte, sobre la cultura en general. Bansky acaba de subir un video de su reciente mural: un trineo con renos que parecen tirar de una banca donde duerme una persona sin casa. Otro tema fue el de El comediante: un plátano pegado con cinta en el muro de un galería, vendido por 120 mil dólares. ¿Es arte?, ¿un chiste caro? Cuestión de gustos, sí, pero ¿por qué esos gustos? ¿Cómo se cotiza el arte? ¿A costa de qué construimos nuestra visión del mundo y en el afán de defenderla hasta buscamos destruir?
Cuestionarnos también lo que asumimos como género. ¿Y qué es lo femenino? La «feminización» en el mencionado caso de la pintura del héroe de Anenecuilco consiste en la pose (desnudo, la cintura arqueada) del masculino en cuestión sobre su caballo, su sombrero rosa con brillitos y los zapatos de tacón (no de aguja, sino de pistola). Lo femenino así es una construcción social, masculina (machista) casi siempre. El rosa es para las niñas, como las muñecas y el papel pasivo, dicen. En «novateadas» escolares o en «castigos» comunitarios el vestir a alguien de mujer es signo de humillación. «¿No había para hombre?», bromeaba un amigo cuando me veía con playera de flores o rosa mexicano.
Yo, por ejemplo, lo confieso: soy muy chillón. No lo puedo evitar. La impotencia ante algo o alguien, la tristeza, el coraje, hacen que de inmediato se me rasen los ojos, lo cual es considerado signo de debilidad o «femenino». Y lo siento, me da pena hablar de ciertos temas porque sé que no podré controlarme. A veces chillo nomás de pensarlos, y por eso me aíslo más. De por sí.
Lo macho o lo afeminado suelen ser un resultado, una respuesta al entorno, una pose que llega adherirse a la mente y a la piel. Del mismo Emiliano Zapata se dice que su bigote y sus actitudes eran más una máscara, por su sentimiento de culpabilidad ante lo que se esperaba de una figura de liderazgo. Como tantas versiones, nada se puede probar, y quizá no importe a nivel histórico, pero sí lo son las concepciones que nos formamos de comportamientos y formas de ser «normales».
Un ejemplo de que el heroismo no está peleado con «lo femenino» es Aquiles, el jefe de los Mirmidones, quien sabedor de la profecía sobre su segura muerte si iba a pelear a Troya, se escondió en la corte de Licomedes, rey de Esciro, donde se hizo llamar «Pirra», hasta que lo buscó Ulises. Otro caso de trasvestismo mítico es el de Hércules, quien se vestía de mujer mientras su pareja, Onfalia, lo hacía de hombre; ambos felices.
En otra mitología, la nórdica, se cuenta cómo Thor se disfrazo de la diosa Freya, para presentarse ante el gigante Thrym y que éste, durante la ceremonia de matrimonio, le devolviera el Mjölnir, su famoso martillo. El truco fue ideado nada menos que por Loki, en una de sus tantas treguas con su hermano.
Haz buen arte, pide Neil Gaiman. El arte trasciende géneros, busca y encuentra. Es la otra mirada necesaria ante la tecnologización del mundo. Lo dice Oscar Wilde en dos frases. No, menos, como en tres: «Ningún artista es nunca morboso. El artista puede expresarlo todo», «Todo arte es, a la vez, superficie y símbolo», y «La diversidad de opiniones sobre una obra de arte indica que la obra es nueva, compleja y vital. Cuando los críticos difieren, el artista está de acuerdo consigo mismo».
Y vienen a colación los versos de «Ser artista», de Jorge Eduardo Eielson:
«Es convertir un objeto cualquiera / En un objeto mágico / Es convertir la desventura / La imbecilidad y la basura / En un manto luminoso / Es padecer día y noche / De una enfermedad deslumbrante / Es saborear el futuro / Oler la inmensidad / Palpar la soledad / Es mirar mirar mirar mirar / Es escuchar el canto de Giotto / El sollozo de Van Gogh / El grito de Picasso / El silencio de Duchamp / Es desafiar a la razón / A la época / A la muerte / Es acariciar mujer e hijos / Como si fueran telas y pinceles / Es acariciar telas y pinceles / Como si fueran armas de combate / Es acariciar armas de combate / Como si fueran tubos de colores / Es acariciar tubos de colores / Como si fueran pájaros vivos / Es pintar el cielo estrellado / Como si fuera un basural / Es pintar un basural / Como si fuera el cielo estrellado / Es vivir como un príncipe / Siendo solamente un hombre cualquiera / Es vivir como un hombre cualquiera / Siendo solamente un príncipe / Es jugar jugar jugar jugar / Es cubrirse la cabeza de azul ultramar / Es cubrirse el corazón de rojo escarlata / Es jugarse la vida por una pincelada / Es despertar todos los días / Ante una tela vacía / Es no pintar nada.»
Posdata 1: sigue abierta la invitación para obtener una beca en el taller de iniciación a la escritura del Centro de las Artes, del 18 de enero al 4 de abril de 2020. He recibido siete propuestas o proyectos, manden los suyos a debajodelagua@gmail.com. Habrá otra beca, al azar, para alguien de quienes se inscriban. Y están en trámite otros talleres en San Luis Potosí, Ciudad Valles, Xilitla y Matehuala.
Posdata 2: Que el maratón Lupe Reyes sea de reflexionar, convivir, compartir y perdonar.