Era mi deseo que esta columna, la primera del año, apareciera sin mancha de política local; la idea era –frente a la ausencia de dislates locales– dedicarla al tema del asilo. Desafortunadamente las barbaridades de nuestras autoridades y políticos, inician junto con el año; no esperaron ni una semana y arrancaron en frío.
De unas semanas para acá, muchos se volvieron especialistas en el tema del asilo político; algunos en su vida habían escuchado del tema, pero afortunadamente tratándose de denostar o enaltecer a AMLO, sobran enciclopedias y enciclopedistas para ilustrase. Todos adquieren sabiduría e infalibilidad pontificia.
La cosa, para muchos, era demostrar que México no debió recibir al depuesto presidente Evo Morales, y evidenciar la injerencia del gobierno mexicano, en los asuntos del país sudamericano. Otros más, exigían el irrestricto cumplimiento de la Doctrina Estrada,
sin saber –queda claro– cuál es su principal postulado; pero seguro les impresiona.
El tema es mucho más sencillo de lo que se puede pensar, cualquiera con dos dedos de frente lo entendería a la primera; en este asunto, AMLO no es ni héroe ni villano, simplemente puso en práctica, un recurso diplomático que ha formado parte de una noble y enaltecedora tradición en la diplomacia mexicana. No es el primer, y esperemos que tampoco el último, presidente que dispone el asilo de algún perseguido político de otro país.
La lista de los asilados es copiosa, destacando entre ellos José Martí; Víctor Raúl Haya de la Torre; Lev Davidovich Bronstein –León Trotsky, para los cuates–, Augusto César Sandino; Fidel y Raúl Castro; Mohamed Reza Pahlevi, sha de Irán, por si el nombre le suena pero no lo ubica. Mención aparte merecen los refugiados españoles, chilenos, argentinos y guatemaltecos, llegados a nuestro país en diferentes momentos del siglo XX. Pensando en los chilenos, recordemos que un potosino, ex gobernador para mayores señas, fue parte activa de este proceso.
Se debe hacer énfasis en el hecho que México, como asilante, ha sabido defender a quienes así lo han solicitado; un caso concreto es el de Héctor José Cámpora, quien estuvo tres años retenido –ante la ausencia de salvoconducto– en la embajada mexicana en Argentina. Tampoco ha hecho distinción de diferencias ideológicas; Felipe Calderón acogió en 2008, y recibió con honores al hondureño Manuel Zelaya.
Resulta pues, difícil de comprender, la inconformidad manifestada contra el asilo otorgado a Evo Morales. Es evidente que los ataques dirigidos contra el PG, llevaban el propósito de atacar al indio. No nos hagamos, bien que nos encantan los güeritos.
Tampoco debemos pasar por alto, aunque luego nos guste disimular, que tanto para Andrés Manuel como para Echeverría, Lázaro Cárdenas representa uno de los grandes referentes políticos e ideológicos, así que tomándolo como punto de partida, en algún momento había qué emularlo.
Ni Evo Morales, ni el gobierno mexicano, incurrieron en alguna falta en materia de asilo; se los explico fácil: un perseguido en otro país solicita asilo, se le acoge en la embajada; es el país otorgante del asilo el que califica –en caso que los hubiera– los delitos por los que se le acusa al solicitante; si el país asilante decide pasarlos por alto, no hay mayor problema. Ya en nuestro país, deberá –como cualquier extranjero– abstenerse de opinar sobre política mexicana. Fácil, ¿no?
Pero bueno, nos encanta andarle haciendo gordo el caldo a los bolivianos, quienes simplemente buscaron un elemento externo que les permitiera invocar a la unidad nacional, y lo encontraron en españoles y mexicanos. El resto lo hicieron algunos panistas, unos derechosos trasnochados, y sus corifeos.
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Les compruebo lo dicho la columna pasada y al inicio de ésta, no ha pasado ni una semana y acá ya se comenten tarugadas como si en ello les fuera el reconocimiento público.
Sépanse que en la semana asaltaron la Posada del Virrey, y el flamante secretario de Seguridad Pública, Ernesto Pineda, ya salió a decir que eso es como un reto de la delincuencia, y que a quienes roban, les ocurre por una falta de prevención. ¡Qué maravilla de cerebro!, nos impresiona con su capacidad de análisis y discernimiento; de verdad les digo que deberían de proponerlo para dirigir a la Guardia Nacional.
En otro orden de ideas, ya quedó evidenciado a nivel nacional, lo que aquí ya se sabía: el Mijis no conjuga tres verbos en presente simple ni aunque inicien con c; el patiño del panismo conocido como Tumbaburros, le puso una revolcada de miedo en el debate televisado que sostuvieron. Fue evidente, que sin sus asesorcitos, Pedro Carrizales carece de capacidad argumentativa.
Ya para concluir, y no amargarles el fin de semana, resulta que el día de ayer, el señor gobernador inauguró los brazos del distribuidor vial Benito Juárez –nuestra antigua glorieta Juárez–, obra que ya demostró, será tan inútil como costosa fue. Sin ser urbanista es de elemental sentido común el señalara que no representa ninguna solución para el problema vehicular; pensar que incrementar las obras viales será la solución, es como pretender que la inseguridad se acabará armando a todos los policías.
Desafortunadamente alguien le dijo a Carreritas que con un brazo –en el que por sus propias características está constreñido a un carril en el que no se puede circular a más de 40 kilómetros por hora– se solucionaría el problema, y éste se lo creyó. Me entero, que fue lo más acertado porque en 1993 circulaban por ahí de 12,000 a 15,000 vehículos al día; por favor, para ésos años nadie se acercaba por allá, por el riesgo que representaba ser asaltado por los cuatreros menonitas que rondaban sus alrededores.
Ayer vengo sabiendo –según datos federales–, que circulan por ahí de 120 mil a 150 mil vehículos al día; esto ya no lo dudo, porque el parque vehicular está de miedo, pero creer que en algo va a ayudar ese pegote de concreto, es como apostarle a curar una septicemia con remedios de nuestras abuelas.
Que alguien le diga al gober, que condonando a la población todos los adeudos que se tienen con Finanzas, alcanzará el amor de los potosinos.
Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social; haga lo que se le pegue la gana. Ya me cansé de dar buenos consejos.