Maicitos pozoleros

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Cada vez estoy me genera más angustia el observar a los especímenes que viven de ser funcionarios públicos en San Luis Potosí; cualquier manual de zoología de lo inmundo quedaría falto de definiciones frente a lo que tenemos en nuestro entorno. Ejecutivo, Legislativo, o Judicial; federal, estatal o municipal; no hay para dónde hacerse, ni de qué costal escoger. 

Mientras nuestro señor presidente se indigna por el cuadro de Francisco I. Madero repintado,  con tan buen tino que le dieron un aire gongorino, por un grupo de mujeres indignadas que tomaron el edificio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; éstas continúan ocupando el edificio y con una muy marcada indignación hacia la institución que ha permanecido omisa y silente frente a una gran cantidad de casos violatorios a los derechos humanos. Esto normalmente es lo que ocurre cuando ponen titulares a modo, derivado de la voluntad suprema, la amistad, las cuotas políticas, los pagos de favores. 

Dicho en otras palabras Andrés Manuel se indigna porque un grupo de ciudadanas enfurecidas toman un edificio, y lo redecoran, protestando porque la CNDH, cuya titular es Rosario Piedra, no da celeridad a casos que les atañen a ellas directamente.

Entre las mujeres que se encuentran dentro de la Comisión manifestándose, se encuentra una potosina, la señora Marcela Alemán, madre de una niña abusada sexualmente hace tres años. El Estado potosino y su aparato de procuración de justicia no actuaron para sancionar a quienes la dañaron, ni para garantizar la protección de su hija.

En medio de la polémica generada por la toma del edificio de la CNDH, la presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, Olga García (que al parecer aprendió a vestir tarde, caro y mal), expresó que en San Luis Potosí: “se hizo lo que se tenía qué hacer y… ya, desconozco al cien por ciento, cuáles fueron los argumentos que tomaron los jueces, para absolver, pero el reporte que tengo –yo no puedo revelar datos- es que no se acreditó el hecho–”.     

En otro ámbito se señala que los diputados potosinos ya comenzaron a cobrar por haber votado a favor de la ratificación de Javier Delgado Sam, como consejero de la Judicatura. Hay quienes dicen que ya obtuvo su base laboral –dentro del poder Judicial– la esposa del diputado panista Rubén Guajardo. 

Insisto que ni a quién irle, por un lado una señora magistrada, abre la boca  para decir una sarta de barbaridades, y por el otro, legisladores cuyas tropelías y doble moral (¿o amoralidad?), van insertas en la orden del día.

La cosa es que aquí nadie protesta por esas cosas, la indignación es cosa pasada de moda, y la normalización de este tipo de actuares limítrofes o delincuenciales pareciera que es lo que nos gusta. Disfrutémoslo en familia.

Dijo Juan Manuel Carreras, que la salida de los diez góberes tóxicos de la Conago –entidad que él preside– no es cosa política; los escindidos  aclararon –menos mal– que tampoco era nada contra él, y menos mal, porque si no (como le dijo mi amigo Álvaro Muñoz a Ruth Arvide) no hallaría en qué palo treparse. 

Fue falta de oficio político de nuestro góber; de haberlo mediado e impedido, hubiera sido reconocido como el héroe salvador del feredralismo. Pobre Güerito, se le desgranó la mazorca; menos mal que es septiembre y podrá recoger los maíces para su pozole.  

Por cierto, creo que es una estupidez mayúscula realizar cualquier tipo de desfile, pedestre, o motorizado, local o federal, pero de ese tamaño la patriótica estulticia de  la autoridad.

Gracias por su lectura; guárdese durante las fiestas patrias y dedíquese a comer.