En 2014 el Ayuntamiento dirigido por Mario García Valdez, a través de su dirección de Plazas y Jardines, acabó con tres añosos y enormes laureles de la India, ubicados en el costado oriente de la plaza Los Fundadores, sobre la calle de Aldama.
La estancia de los árboles allí no era gratuita, por un lado ocultaba las horrendas fachadas de esa calle, y por el otro las protegía de la agresividad del sol poniente; rompía corrientes de viento; daban un toque verde a la abiótica plancha de la plaza, y alojaban una gran cantidad de aves.
Solicité datos sobre el hecho, y la Dirección municipal fue muy precisa: labores de poda a solicitud del propietario de un comercio de la calle de Aldama, porque obstruían la visibilidad de su fachada. De forma extraoficial me comentaron que los árboles habían sido envenenados por algún comerciante avaricioso; poco tiempo después los enormes troncos, ya muertos, eran cortados y retirados. Ayuntamiento ecocida, fue el nombre que di a un texto escrito con ese motivo.
La cosa no era nueva ni ahí acabó, ya antes se habían retirado y a saber dónde pararon, unos enormes macetones cilíndricos, de concreto martelinado, colocados alrededor de la plaza Los Fundadores y en la calle de Aldama detrás de palacio; se conservan dos en el cruce de Zaragoza e Iturbide, y uno sobre Damián Carmona, afuera de la Biblioteca Central de la UASLP.
Marcelo de los Santos, amante del simbolismo emisor de poder, mandó capar, las magnolias que embellecen la plaza de Armas, con el pretexto de no hacer sombra a la fachada del palacio de gobierno. Desde un balcón, del costado sur de esa plaza, un sensible arquitecto –hoy encumbrado como burócrata cultural– nos decía con un dejo de tristeza: y tanto que tardan en crecer de esta manera esos árboles.
Como alcaldesa también aportó su cuota Victoria Labastida, de una forma perversa fueron mutiladas las hermosas jacarandas del camellón Capitán Caldera–18 de marzo, así como muchos árboles de la avenida México, entre las colonias Industrial Mexicana y Popular. No me mates Labastida, era la leyenda inscrita en cartulinas colocadas sobre los árboles nominados a la sierra.
Muy recientemente se logró proteger legalmente, gracias a las gestiones del abogado y ambientalista, Luis González Lozano, unos enormes laureles cercanos a la glorieta Juárez, hogar de cientos de garzas blancas, amenazados por las obras de engrandecimiento del llamado distribuidor vial. Privilegiamos el automóvil y el concreto por encima de la naturaleza.
Estos días han sido catastróficos para los árboles de la capital potosina; por un lado a la ciudadanía le ha dado por destruir las magnolias plantadas en Manuel José Othón, Carranza, y Álvaro Obregón, por el otro se habla de un Ayuntamiento omiso y desinteresado en cuestiones ambientales. Por ejemplo, aparentemente el asunto ya se había zanjado, pero se sigue señalando el descuido al que el Ayuntamiento tiene sometido al parque de Morales, y de la posibilidad de que se le de otro uso distinto al de su vocación.
Un Ayuntamiento que tiene entre sus trabajadores, seres perversos que deciden mutilar o talar con el pretexto de la poda, cualquier árbol que se les atraviese. Van dos botones de muestra: no hará más de mes y medio, un enorme y precioso árbol hojas de hule, ubicado en el inmundo corredor situado entre los edificios de Seguridad Pública y la Fiscalía, fue talado a ras de piso; ayer, unos bellos colorines, ubicados afuera de Bellas Artes, sobre las calles de Universidad y Constitución, fueron podados de la manera más infame; los de Universidad, desde hace años los sepultaron entre la banqueta, colocando los adoquines a hueso con el tronco. La respuesta del Ayuntamiento mediante redes sociales fue precisa: el Instituto Potosino de Bellas Artes se los solicitó, para que no se sequen.
Ni a quien irle, la dirección de Plazas y Jardines, o la de Ecología, se halla dirigida por limitados mentales; el IPBA, supongo, por un mono cilindrero. Sólo a alguien así se le ocurriría que en una ciudad urgida de árboles, los pocos que hay son mutilados.
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Limitada la que López Obrador pintó con Gabino; dicen los que vieron, que durante la visita del presidente a la Huasteca, no permitió que le tomaran fotos con su delegado. Sólo fueron requeridos en el estrado el gobernador y los alcaldes de Valles y Xilitla. En un evento donde la concurrencia saltó las vallas para estar cerca del presidente, éste dejó en claro que a Gabino lo aleja cuando él quiere, no cuando los morenistas potosinos lo piden.
Por otro lado, como en todos los eventos que hasta ahora ha participado AMLO, en San Luis Potosí, el gran elogiado y beneficiado es el gobernador, quien ciertamente no es un hombre soberbio, pero –humano al fin– no permanece ajeno al canto de las sirenas, y aunque es político, cuando él va con la leche, el presidente ya viene con el requesón. Como sea, creo que el sucesor no le importa mucho al Güero, él –como sea– quedara en paz con los suyos.
Los que al parecer no tienen paz, son los integrantes del jurídico del Ayuntamiento; a inicios de esta semana se presentó ante la Fiscalía general de la República, una denuncia por las irregularidades observadas en la no realizada obra de la avenida Fray Diego de la Magdalena; y cómo no hacerlo cuando hay más de 100 millones de pesos desaparecidos.
El día de ayer el Ayuntamiento también hizo público que Ricardo Gallardo no entregó 180 millones de pesos del Impuesto sobre producto del Trabajo, de los trabajadores del Ayuntamiento, a la SHCP; público ya era, más bien se hizo de manera oficial.
Público y oficial, también se ha vuelto, el amasiato que Gabino Morales trae con los Arreola, y cómo no, se ha deslumbrado con el servil apoyo que éstos desinteresadamente le brindan, no sólo en materia de las encuestas para el bienestar social, sino también le han puesto a un miembro del clan, de secretario particular.
Y ayer, dicen los que saben y los que fueron, le montaron fandango y comelitón, allá por la salida a Zacatecas. La invitación circuló ampliamente en redes sociales el Licenciado –como se leía impreso– Gabino Morales, invitaba a sus amigos a su cumpleaños. Seguro éste escuchó lo que se acostumbraba en décadas pasadas, apoteósicos destapes en medio de pantagruélicas comilonas, y no quiso ser la excepción; soñó y sus hambreados lacayos, prestos cumplieron su sueño. Un Odiseo que ajeno a la cera, tampoco se quiere atar al mástil; un mono de cilindrero que ya goza con la música.
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Ayer falleció don Javier Rivera Espinosa, hombre íntegro y compañero de luchas del doctor Salvador Nava; en otro tiempo generoso lector de mis escritos. Un sentido abrazo a sus hijos Enrique y Juan Pablo Rivera Sierra.
Hoy se presenta a las 19:00 horas el libro La Revolución de los Espíritus, de mi amigo Alejandro Rosas, en el Edificio Central de la UASLP, dentro de las actividades realizadas en el marco de la Feria del Libro. A ver si por ahí nos saludamos.
Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social, disfrútenlo, pero no se excedan. Hoy romperé con la frase.