¿Nueva normalidad o nueva anomalía?

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En Ecatepec, Estado de México, el viernes primero de mayo por la tarde un grupo de unas quince personas irrumpió en el hospital covid Las Américas para exigir informes y para buscar el cadáver de una persona. Agredieron a guardias y personal médico. Una mujer dio una entrevista tras los hechos: «Estamos aquí que nuestros fallecidos, que nos entreguen nuestros cuerpos completos porque sabemos que no existe el cóvid. Aquí a mi hijo me lo inyectaron yo creo pa matarme a mi hijo».

La palabra que destacó entre los comentarios de las redes fue «ignorancia», pero también hay que recordar que Ecatepec es un municipio no pobre sino empobrecido, donde la violencia es cotidiana, social, y que hay una correlación muy clara entre enfermedad y falta de recursos: en Estados Unidos una tercera parte de quienes fallecieron por la Covid-19 eran latinos.

Todo mundo habla de que transitamos hacia una «nueva normalidad», pero la mayoría de los escenarios de ese oximorón son sobre cómo volver al trabajo o a la escuela, o el uso de calles y espacios compartidos. Hay que hablar de brechas sociales, de economía y seguridad, de derecho a la salud, a la educación y al libre tránsito. Ciclovías, transporte público, salud mental, horarios flexibles, trabajo a distancia, reducción de brechas salariales, reducir venta de comida chatarra y acotamiento de uso de automotores podrían ponerse en la mesa política con un poco de voluntad. Hay situaciones «normales» pero inhumanas.

¿Qué va a ser lo «normal» de aquí en adelante? Margaret Atwood dice en un reciente artículo para la revista Time:

«Muchos han comentado el hecho de que durante esta pandemia, las emisiones globales y la contaminación global han disminuido. ¿Viviremos de manera diferente para que sea una realidad en ese Castillo del Futuro? ¿Obtendremos energía y alimentos de mejores maneras? ¿O simplemente volveremos? […] Sí, este momento es aterrador y desagradable. La gente se está muriendo. Las personas están perdiendo sus trabajos y la sensación de que tienen el control de sus vidas, sin importar cuán al borde del precipicio haya sido ese control. […] Puedes disfrutar de este momento, aunque a un ritmo algo menos frenético que cuando las cosas eran “normales”. Muchos cuestionan ese ritmo (¿cuál fue el apuro?) y deciden vivir de manera diferente. Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. La forma en que experimentes este tiempo dependerá, en parte, de ti. Si estás leyendo esto, estás vivo, o eso supongo. Si no estás vivo, me espera una gran sorpresa».

En San Luis Potosí de viernes a sábado hubo 17 casos más de contagio, pero muchas personas siguen su vida como si nada. Ya pusieron cintas en las bancas de las plazas y cerraron áreas completas de los supermercados, pero las filas en las pizzerías siguen, como siguen las fiestas particulares en muchos domicilios.

Sí, a quienes llevamos mes y medio vigilando nuestras salidas y sin abrazar a nadie nos da miedo y, por supuesto, coraje.

El jueves 30 murió Óscar Chávez, víctima de la covid-19. Los invito a leer el breve texto que publiqué en mi blog y a escucharlo más allá de «Por ti». Junto a Rius, y algunos más, era de mis modelos intelectuales. Personas y personajes de muy diversas filiaciones y edades mostraron su tristeza, y hubo quien acusó a ciertos políticos de hipócritas, porque Chávez siempre les dijo sus verdades con todas sus letras, pero también es cierto que se hizo querer y sus canciones abarcaron todas las aristas de la historia musical de México.

Comparto las palabras que le dirigió hace unas horas el Congreso Nacional Indígena: «Lamentamos profundamente el fallecimiento del hermano y compañero Oscar Chávez, cantante y compositor con ojos, oídos y una mano para los pueblos que luchan, que resisten y con los sueños que hizo suyos. […] Saludamos su vida solidaria […] Saludamos sus sueños que se atreven a imaginar la justicia y hacerla mensaje y música, que seguirá despertando conciencias por todo el planeta».

Me niego a la normalidad, a que sigamos igual o peor. Bien dice la oración atribuida a Reinhold Niebuhr: «serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que se puede y sabiduría para reconocer la diferencia». Imaginemos, pues… 

https://alexandroroque.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com