Oscilaciones pendulares

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¿Qué hora es? El reloj biológico no ha sido inmune a los cambios que ha traído la pandemia. Con cuatro de sus municipios (San Luis Potosí, Ciudad Valles, Tamazunchale y Matehuala) en alerta roja a nivel nacional por la transmisión del SARS-Cov-2, San Luis Potosí va por su segunda semana de semáforo rojo, y aunque pareciera que para muchos nada cambió con el retroceso en el semáforo, a otros nos dan ganas de hornear algo a las dos de la mañana. 

A nivel personal, familiar y social se siente el ir y venir de las emociones, del comportamiento. Queremos aprovechar el día pero no alcanza, o no nos quedan fuerzas para todo lo que teníamos en mente. El calendario puede haber perdido sentido pero el reloj es persistente, obsesivo. 

Pendularidad o ciclotimia. Del querer salir al para qué salir, que no es lo mismo que tener que salir. Las horas del sueño y de la comida no suelen ser las mismas de antes. Queremos olvidarnos de las noticias y de las (desafortunadas casi siempre) declaraciones de lo políticos pero es inevitable: desconfinamientos a rebrotes, por doquier. La bolsa o la vida. Del ‘usa la mascarilla’ al ‘no sirve usar la mascarilla’ (serviría si fuera n95 o al menos se usara bien, pero casi siempre la pobre se pierde entre la cara de su usuario), del remedio milagroso 1 al remedio milagroso 2, del ‘no existe’ al ‘no me importa la distancia’. Cambiarnos el chip no es fácil.  

Un péndulo, dicen las definiciones, es una masa sostenida desde un punto para medir el tiempo mediante su movimiento oscilatorio regular. Tic-tac. Más elaborados son los de Foucault y de Newton, para demostrar la rotación de la Tierra y la conservación de la energía, respectivamente, o aquel que en forma de espada castiga a Damocles. 

En teoría literaria se habla de la teoría del péndulo cuando en determinada época surge una corriente (un movimiento) que se opone al anterior, que se ubica en el otro extremo en búsqueda y resultados. Según Horacio Castellanos «Todo parece indicar que otro movimiento pendular ha comenzado a tener lugar con los jóvenes escritores nacidos a partir de la década de los 70’s, aunque aún sea pronto para distinguir una tendencia dominante. […] Por supuesto que observar la literatura a través de sus movimientos pendulares conlleva un alto grado de esquematismo. Casi todo buen escritor trata de romper las reglas que hereda y que lo condicionan, y los mejores casi siempre son aquellos que van en contra de su misma época y de sus contemporáneos generacionales».

A veces muchos nos sentimos oscilar de un lado a otro, sin sentido. León Felipe escribió: «Dios hizo la bola y el reloj: la noria dando vueltas y vueltas sin cesar, / y el péndulo contándole las vueltas, monótono y exacto...»

Va un fragmento de «Una llamada» de Seamus Heaney:

«Luego me encontré escuchando

al amplio y grave tic de los relojes de la entrada

donde el teléfono estaba desatendido en una calma

de espejo y péndulos iluminados por el sol...

y me encontré entonces pensando: si fuera hoy,

así es como la Muerte convocaría a Cualquiera».

El péndulo también puede hechizar, hipnotizarnos, como en la antigüedad o en las caricaturas, mas necesitamos ver los extremos y lo que hay entre ellos para entender nuestro tiempo.

Si el péndulo puede ser arma o advertencia, las oscilaciones también tienen su deleite, ese ir y regresar a una mirada, a una voz, a un recuerdo. Sentir la felicidad a ratos, al menos en uno de sus extremos. Como escribió Juan Gelman: «Nunca dejarás serte mía, pero me río de tu libertad. No podés cancelarte en mi memoria. Sos más en mí que yo de mí. Te existo, péndulo del aire».

A veces, sólo hay que esperar. No movernos, sino aguardar el movimiento que nos lleve a ese otro extremo, al de partida. Tic-tac. Cosas de la física y de la biología. 

https://alexandroroque.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com

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