¿Qué sigue?

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Probamos ya todo lo que tenemos en nuestro repertorio cultural e intelectual.

Investigar, obedecer, dudar, confirmar, consultar, volver a obedecer, encerrarnos, distanciarnos y junto a todo ello: rezar para que termine, para que no te dé, para que no te dé tan fuerte, para que no tengas que ir al hospital, para que no te pongan en un respirador, para que te admitan en el hospital o mejor para que no te admitan.

Con nuestros recursos personales y de preparación lírica o formal: ya preguntamos, ya nos dijeron, ya anotamos lo teléfonos, ya compramos cubre bocas de estos y de los otros. Ya tenemos careta de plástico porque a veces no aguantamos el cubre bocas. Ya traemos en el coche o en la bolsa todo: gel en todas las presentaciones, alcohol, toallitas, spray anti-bacterial, guantes y más cubre bocas, desechables y de lavar y usar.

¿Qué más, qué sigue?

Nadie sabe, nadie cree, nadie se la cree, pero los contagios continúan sin llegar a esa pradera que prometen para ingenuos y sabiondos.

Ya dejamos de ir a la oficina, al club, al parque, a los tacos o a las tortas. Pero tuvimos que volver a la oficina, quisimos volver, pero con todo nuestro equipo por si las moscas, por si las de hule, por si quién sabe.

Volvimos y escuchamos de colaboradores que enferman, parientes de aquellos que se agravan y otros que mueren. Sí, sí se mueren y no son bots ni conteos falsos. Son gente de carne y hueso, que se cuidaba igual que uno, más que uno o menos que otros.

Ahora muchos creemos que esto es real, que si salió de un laboratorio chino o cantonés da igual: la gente enferma y sus pulmones se ahogan en mucosidad o en algo que no he podido entender o que no han explicado bien; es lo mismo.

Es lo mismo porque cada quien ve para su santo y con razón o sin ella. Da igual. Usamos el cubre bocas de cubrecuello y da igual porque como sociedad no nos solidarizamos, porque a fuerza de ir tantas veces el cántaro al agua, ya se nos rompió la confianza. Por eso no creemos, por eso no nos alineamos, por eso no hacemos caso al sentido común.

Pero no importa quizá. Porque al parecer ésta será una de las fases del fenómeno que nos envuelve. Y quizá llegue el día que sabremos que debemos cuidarnos pero que eso no garantiza que el contagio no venga a nosotros. Enfermaremos muchos, nos contagiaremos muchos más y esperemos que menos otros morirán o moriremos, dependiendo como nos agarre nuestro virus de moda, covid 19.

¿Qué sigue? Vivir lo mejor que cada quien pueda sin una idea fatal en la mente, al menos es lo que yo intento.