Quédate en casa

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Hoy le escribo, lectora, lector querido, desde una profunda preocupación.  Hace ya casi dos semanas que las autoridades de sanitarias, comenzando por la Organización Mundial de la Salud, habían advertido que la pandemia causada por el virus llamado Covid 19, llegaría a México. Para los virus y las bacterias, no existen fronteras. Era inevitable que dada la movilidad de personas, la enfermedad se haría presente en nuestro país. Cosa únicamente de tiempo.  Ahora es una realidad. Al día de hoy que escribo, México registra 316 casos confirmados y 2 muertes. Hay 793 casos sospechosos en estudio. En San Luis Potosí, asciende ya el número a 16 casos confirmados y 5 más en estudio. 

Se ha enfatizado que el Covid 19 es un virus resistente. Puede vivir hasta 9 días en una superficie. Tiene un alto grado de contagio que se da a través del contacto con alguien que lo porte. Este contacto puede venir de las partículas de saliva que inevitablemente expedimos al momento de hablar, o al tener contacto directo con otra persona dándole un beso, abrazándola o saludándola con la mano. Por tanto, se han pedido a la población dos cosas muy simples: lavarse constantemente las manos y guardar distancia. Se calcula que entre persona y persona, mantener una distancia de metro y medio puede hacer la diferencia. 

A consecuencia de este par de medidas, se han sugerido vehementemente otras dos cosas: evitar lugares públicos y quedarse en casa para salir únicamente a lo indispensable, como comprar víveres y medicinas. No hay toque de queda, porque, a diferencia de otros países, estamos todavía a tiempo de evitar un mayor número de enfermos. Es decir, podemos circular por las calles sin problemas, de manera que está la facilidad, por ejemplo, de salir a correr en nuestra colonia, pasear a nuestros perros, salir a dar la vuelta con nuestros hijos, siempre y cuando mantengamos la distancia social, seamos cautos en no tocar superficies en la calle y asearnos al regresar a casa.

Los que tenemos hijos sabemos que desde hace una semana gran parte de los centros escolares comenzaron a trabajar a distancia haciendo uso de la bendita tecnología. Si bien es cierto no es lo mismo tomar clases en un salón  con profesores y alumnos a la mano, la medida es preferible a tener 30 posibles contagios. 

En esta misma tesitura, a partir de ayer, lunes 23 de marzo, a nivel nacional se ha dado arranque a la Jornada Nacional de Sana Distancia, una medida que incluye el cierre de parques públicos, museos, centros comunitarios, cancelación de conciertos u otros eventos masivos y se han adoptado medidas como la restricción de cupo en lugares como  restaurantes y cines. En el caso de la capital potosina, por ejemplo, se ha pedido que a restauranteros que se atienda en el lugar únicamente al 25% del cupo total, de manera que pueda haber, más o menos, una mesa de distancia entre comensal y comensal.  De igual forma, tanto empresas como gobierno a los tres niveles, han comenzado a enviar empleados a sus casas para realizar sus labores a distancia e implementar turnos de guardia, de manera que se disminuya el número de trabajadores concentrados en las oficinas, procurando afectar lo menos posible la prestación de servicios. 

Pero todo esto, lectora, lector querido, usted ya lo sabe.  Sin embargo, es alarmante ver en medios de comunicación que persisten las aglomeraciones en centros comerciales y otros lugares, como si nadie nos hubiera dicho nada.

Quizá estamos desestimando la problemática dado que la OMS ha reportado que en el 81% de quienes enfermen, los síntomas serán leves y se recuperarán. Total, una especie de gripa la pasa cualquiera. Sin embargo,  el 14% sí tendrán un cuadro clínico severo y de éstos, el 5 % estarán muy graves. 

Lo que quizá también estamos olvidando, es que el índice de mortalidad, está variando tremendamente de país a país infectado y dependiendo el grupo enfermo. En Alemania, por ejemplo, la tasa de mortalidad no llega al 1% (es del  0.4%), mientras que en Italia, el porcentaje se eleva al  9.2%.  La tasa también varía dependiendo la edad del enfermo: en mayores de 80 años la tasa de mortalidad es del 14.8% y en el caso de personas entre 70 y 79 años, la mortalidad es del 8%. Aunado a esto, de los casos diagnosticados como graves 49% han muerto. Ahora, si el paciente tiene una enfermedad cardiovascular, padece diabetes e hipertensión, ha padecido cáncer o tiene alguna enfermedad respiratoria como asma, por poner un ejemplo que suene familiar, la mortalidad aumenta entre el 6 y el 10%. 

Tomando en consideración los datos que tenemos sobre el número de casos confirmados, hay dos proyecciones para México, donde en un escenarios positivo y de seguir la tendencia, de los 316 casos que tenemos hoy, en cinco días podrían subir hasta poco más de 1500; pero en un escenario negativo, es factible que aumenten hasta poco más de 2,200. 

Todas estas cifras irán variando conforme la pandemia se desarrolle y se publiquen más estudios al respecto pero por lo pronto, es lo que tenemos. 

La cuestión es que la variación hacia un espectro positivo o negativo, queda en manos de nosotros, la ciudadanía. Y a juzgar por las fotos que publican hoy los medios locales, un gran porcentaje de potosino parece que no cree que puedan enfermarse, o hacer que otros se enfermen y pasean todavía en plazas comerciales, hubo todavía fiestas en salones y casas, e incluso hay quienes se aventaron a ir a un baile con cientos de asistentes.  

Para todas estas personas, quisiera traer a cuento lo que los especialistas han descubierto: La primera es que todos podemos enfermarnos. Esto no distingue sexo ni edad. Los niños, que afortunadamente hasta ahora son los que tienen mejores posibilidades de sobrevivir, pueden ser portadores del virus y enfermar a quienes estén alrededor y posiblemente sí sean de un grupo vulnerable, como abuelos o tíos adultos mayores.

Segundo, recordemos que para esto no hay vacuna, consecuentemente no hay manera cierta de prevenir el contagio. De acuerdo a epidemiólogos de universidades como la Johns Hopkins, aunque el desarrollo de la vacuna va con una rapidez inusitada, se calcula que no tendremos ningún producto hasta dentro de 12 - 18 meses. 

Tercero, no hay cura. Al igual que las vacunas, las investigaciones están desarrollándose, pero lo cierto es que no vamos a ver una medicina específicamente diseñada para matar al virus pronto. Veremos pruebas y con suerte algunos casos de éxito, pero hasta ahí. 

Este asunto, ciertamente, es un tema de salubridad pública, pero es también en igual porcentaje, un asunto de sentido comunitario que comienza con un tema tan simple como lavarse las manos y continúa quedándose en casa. Es también, una cuestión de elección individual donde debería ponderarse qué preferimos: si pasar un mes en casa con salidas mínimas, o un mes en el hospital sin que nadie pueda siquiera visitarnos. La respuesta no parece tan complicada. 

Claramente existen factores delicados adjuntos a los temas de salud, específicamente en el rubro económico. Este país no puede cerrar la cortina y dejar de ir a trabajar por completo. Tener la posibilidad de aislarse socialmente en este tiempo, debe de ser visto como un privilegio, no un castigo.  Quienes todavía debemos (enfatizo la palabra “deber”) salir a trabajar, lo hacemos preocupados de volver a casa convertidos en un foco de infección para nuestras familias. Esto no ayuda si vemos a gente en las calles trivial y superficialmente realizando actividades que en definitiva, no son esenciales.  Así, el riesgo de contagio aumenta y no quiero llegar a pensar qué ocurriría con los porcentajes de casos graves que quizá terminen en la muerte del paciente. Para tener un comparativo, Alemania cuenta con 8 plazas o camas de hospital por cada 1000 habitantes, a comparación de Italia, que tiene 3.2 por el mismo número de habitantes. De igual forma, según la OCDE, Alemania tiene la mayor concentración de hospitales en Europa: 1,900 hospitales para 82 millones de habitantes y 28,000 camas en Unidades de Cuidado Intensivo. Corea, en cambio, tiene 13 camas por cada 1000 habitantes. Su posibilidad  de atención es mayor que en Alemania. Es decir, los casos de  pacientes graves puede llegar a ser abrumadora en todos lados, pero la diferencia es que en algunos lugares, hay más infraestructura que en otros, y ahí tendrán mayores posibilidades de salvar vidas. 

Yo le pido, es más,  le suplico, lectora, lector querido, que si usted es de los privilegiados en poderse quedar en casa, piense antes de salir en los que no tienen opción y deben estar afuera. Le suplico que recuerde los datos que le he compartido y valore de qué lado de lado de la estadística quiere estar. Le suplico se pregunte antes de abrir la puerta, si realmente es necesario que lo haga, si de verdad vale la pena. Y si la respuesta es positiva, haga lo debido: guarde distancia, lleve la higiene personal a extremos inusuales. No se ponga, ni ponga a los suyos en riesgo. 

Recuerde que en caso de sospecha no se debe de ir al hospital, sino llamar al teléfono 800 123 8888, donde personal de Salud estará atenta para ir a su casa y tomar las pruebas correspondientes.

Este momento es crucial para evitar una mortalidad desgarradora. Le suplico por usted, por su familia y por la mía: Quédese en casa. Guardemos los abrazos para que un tiempo, éstos sean de alegría y no por tener que consolarnos por muertes que pudimos evitar.