Recuentos

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Todos los potosinos sufrimos durante el gobierno de Fernando Toranzo, su abulia y la delegación total de autoridad en su secretario general de Gobierno, Cándido Ochoa Rojas. Fue un incapaz.

Hoy el ex gobernador, cínico y pusilánime, marca distancia con cualquier opinión relacionada con la política. Ladino, el segundo, se muestra como un ser observante de la ley; de lo más ruin que existe por acá, lo definieron en una columna hace algunas semanas. 

La resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, respecto al caso Karla Póntigo, por un lado salda parcialmente una deuda con la familia de la víctima, pero por el otro muestra lo que ya de sobra es conocido: la incapacidad y corrupción existentes no sólo en la antigua Procuraduría General de Justicia, sino también en otras instancias superiores del ejecutivo estatal. 

El gran artífice de aquella perversa [des]organización, todos lo sabemos, fue Cándido Ochoa; lo inaceptable es que se le haya premiado repetidamente con escaños legislativos federales y locales. Absoluta porquería. 

Nadie creeríamos el cuento, del respeto a la autonomía de dependencias, menos en un personaje tan torcido como Cándido; él siempre supo lo que ocurría al interior de la Procuraduría, y lo más probable es que también hubiera manipulado el caso. 

Podría decir que sobre su conciencia recaerán esta y otras canalladas, pero la conciencia es propia de la gente bien nacida, no de un amoral.

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A propósito de personajes extraños, resulta muy curiosa la forma en que el diputado Pedro Carrizales, el Mijis, maneja sus redes sociales, hoy me queda claro que no escribe más estupideces, porque no tiene más asesores. En tierra de cojos, el tullido es alambrista, dice el refrán, y justo fue lo que ocurrió con éste: se dejó impresionar por dos activistas de media ralea, que al parecer son los que ahora controlan sus pensamientos. Escriben cada disparate que uno pudiera pensar que contrató de asesor a Sergio Desfassiux. 

Insisto, siempre acaban en esos cargos los más incapaces; los mismos que hacen de la justificación de su torpeza, una constante en sus actos y discursos.

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La semana pasada tomó posesión de la nueva diócesis de Xochimilco, el ilustrísimo señor obispo  Andrés Vargas Peña, quien viene a incrementar el número de sacerdotes potosinos que han ocupado sedes episcopales.

En junio del año pasado, con motivo del deceso de don Arturo Antonio Szymanski, publiqué unas notas sobre obispos potosinos, de las que retomo en parte, la referente al ahora señor obispo de Xochimilco.

Andrés Vargas Peña, nació el 6 de diciembre de 1949 en Villa de la Paz, San Luis Potosí; ordenado sacerdote el 12 de octubre de 1973. El 22 de junio de 2010 fue preconizado obispo auxiliar de Utimmira, y auxiliar de México; fue consagrado como auxiliar de la arquidiócesis primada de México,  el 30 de julio de 2010 por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México.  Esperemos tenga mucho éxito en su episcopado.

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Algo hay en al ambiente potosino que incrementa los casos de abusos sexuales, surgen éstos donde uno menos se los espera. Ayer una noticia sobre estos asuntos causó revuelo; luego parece ser que todo volvió a la calma. Así sucede por acá.

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El jueves por la noche, una pareja fue asaltada por un delincuente armado con pistola, a una cuadra de Plaza San Luis. Ya no hay garantías en ninguna parte de la ciudad, ni para potosino alguno. El municipio, pareciera, está más ocupado en seguir evocando las obscuras fuerzas del pasado.   

Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social, disfrútenlo, pero no se excedan, ni se engolosinen con el puente.