Revolucionaries
La muerte violenta de le magistrade Jesús Ociel Baena Saucedo ha dado pie a comentarios que no deberían tener cabida en una sociedad democrática del siglo XXI. Primera persona no binaria que tuvo un alto cargo en el Tribunal Electoral de Aguascalientes, elle fue también la primera persona en México en recibir su pasaporte y su credencial del Instituto Nacional Electoral en los que se reconocía su identidad.
Con el pretexto de la libertad de expresión, de la familia “tradicional” o “defensa” del idioma, se han visto insultos terribles, burlas grotescas y hasta delictivas, por atentar contra el derecho a la intimidad y la orientación sexual; más ahora, cuando las redes hacen eco de cualquier estupidez. El odio es un sentimiento que parece listo para surgir con cualquier pretexto.
En los medios, varios titulares entrecomillaron “le magistrade”, como si fuera un mote y no un título oficial. Ciro Gómez Leyva (@CiroGomezL) publicó una foto de le magistrade y su esposo al llegar al aeropuerto, a la 1 am. Lanzó su (pre)juicio: “Serios, distantes, apenas cruzaron palabra, así fueron las últimas horas del magistrade Jesús Ociel y Dorian Daniel. #ImagenNoticias obtuvo videos del Aeropuerto y de la llegada a su domicilio en #Aguascalientes, con los que la autoridad concluyó que no hubo ningún tercero”.
El idioma cambia, debe cambiar. Dice la Suprema Corte de Justicia de la Nación en su Guía para usos de lenguaje inclusivo y no sexista:
“Incorporar lenguaje inclusivo en todas las formas de comunicacio´n contribuye a remarcar que el mundo esta´ compuesto por cuerpos y visiones diversas que deben ser reconocidas y nombradas. El lenguaje inclusivo no so´lo es reivindicativo, sino que su uso tambie´n cuestiona y refuta los sesgos lingu¨i´sticos que han excluido a las nin~as, a las mujeres, a las diversidades y a las personas histo´ricamente en situacio´n de vulnerabilidad. El uso de esta forma de comunicacio´n implica incorporar a las personas que han quedado en los ma´rgenes de las narrativas, de los discursos, del reconocimiento e incluso de la proteccio´n, respeto y garanti´a de derechos. Por lo tanto, incluir lingu¨i´sticamente a todas las personas y a todas las identidades desde una visio´n de derechos humanos no so´lo consiste en encontrar las formas gramaticales para nombrar lo invisibilizado, sino que tambie´n requiere identificar y descartar aquellos usos de lenguaje que involucran ejercicios de poder, desigualdades y discriminacio´n”.
Y respecto a la orientación sexual, que diferencia de identidad de género y expresión de género, dice:
“El te´rmino correcto para nombrar la atraccio´n emocional, afectiva o sexual que una persona siente o no siente hacia otra es «orientacio´n sexual». Utilizar el te´rmino «preferencia sexual» asocia la atraccio´n sexual que una persona siente (o no siente) con una elección personal […] Esta es una suposicio´n incorrecta que no so´lo estigmatiza a la diversidad sexual, sino que ha sido utilizada para afirmar que las “preferencias” pueden ser modificadas con “terapias” que forman parte de los Esfuerzos para Corregir la Orientacio´n Sexual y la Identidad de Ge´nero (ECOSIG), considerados como tortura”.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en su Manual de género para periodistas. Recomendaciones básicas para el ejercicio del periodismo con enfoque de género, recomienda “evitar el uso de descripciones que hacen el juego a las expectativas sociales sobre las mujeres y hombres”, así como “abstenerse de usar descripciones de mujeres que incluyan: estado fi´sico y situacio´n conyugal y/o familiar, a menos que sea esencial para la noticia. Un truco ra´pido para verificar el uso correcto del lenguaje es aplicar la regla de la inversio´n (cambio de sexo al protagonista de la informacio´n. Por ejemplo: la mujer del Presidente...´ Si aplicamos la regla de inversio´n: el hombre de la Presidenta...)´.”
En este aniversario de la Revolución Mexicana más que desfile conviene pensar en los cambios reales o discursivos que ha traído el movimiento armado que empezó con el Plan de San Luis (les invito a conocer el caso del revolucionario Amelio Robles, por ejemplo). Se requiere dejar atrás los juicios y prejuicios para construir entre todos, todas, todes. No se trata de “gustos”: el idioma es de quien lo trabaja.
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