Salón virtual

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Hoy es un buen momento para detenernos a pensar el papel de la escuela en la educación de los niños y los jóvenes. 

Docente, escuela, profesor son los vocablos más representativos de esta atmósfera en donde nos hemos desarrollado la mayoría de las personas. Maestro viene de magister -latín- y éste a su vez de magis (más), “el que sabe o es más experimentado”.

Mientras profesor proviene del latín profiteri declarar (en público) que a su vez deriva de pro fatio que se traduce como “disponerse a hablar”. Y docente, del latín que significa, “el que enseña”.

Por su parte la palabra escuela, que viene del latín schola, y ésta del griego scholé) que significaba ocio, tiempo libre. Significado que ha quedado en el olvido puesto que la escuela se ha asociado con obligación, normas, tareas y compromisos. En rarísimas ocasiones de las que no tengo memoria, se le ha asociado con la sensación de ligeresa que el concepto de ocio trae consigo.

Esto me lleva a pensar que en sus orígenes, la educacuón o el ir a la escuela se concebía como un tiempo para difrutar mientras se aprendía junto a otros pares y atendiendo al que más sabía o más experiencia tenía. Y hay que decir también que la escuela no era para todos, sino para privilegiados y además se hacía diferencia entre hombres y mujeres.

En México “la educación primaria es laica, obligatoria y gratuita desde el 2 de diciembre de 1867, cuando el presidente Benito Juárez expidió la Ley Orgánica de la Instrucción Pública. La educación secundaria se volvió obligatoria el 4 de marzo de 1993, luego de una reforma al artículo tercero constitucional”.

Tenemos por tanto, 153 años con este concepto sobre la formación de la población mexicana. Y sin pretender hacer una profunda disertación sobre lo que ha sido el proceso de más de medio siglo, hemos de pensar con seriedad cuál es el futuro del sistema educativo en nuestro país.

Estamos ante un cambio que determinará la vida de las nuevas generaciones y  modificará el modelo o sistema económico y de desarrollo de miles de padres de familia.

Quiero pensar que el modelo por televisión o por cualquier sistema menos el presencial, será una medida temporal de corto plazo, que adoptaremos mientras diseñamos otras formas de integrar a los niños en el proceso de esta civilización.

Y aún cuando es muy linda y romántica la idea de que los niños pueden instruirse al cien por ciento en casa con los padres, es un hecho que esto no es posible en la realidad. Llevamos ya muchos años en que el sustento familiar en el mejor de los casos se integra gracias al trabajo del padre y de la madre. Además tenemos un gran porcentaje de madres o padres solteros y una situación económica a nivel nacional, que hace complicado pensar en la posibilidad de tener más de una televisión o más de una computadora o un i pad para que los niños puedan acceder a la instrucción que a partir de septiembre se pretende iniciar.

Es importantes volver a decir que para que esto suceda se debe contar: con la presencia de los padres o un adulto en casa para que supervise al niño o a los niños; también contar con acceso a internet así como con una computadora, telefono, o algún otro medio para entrar al salón virtual al que de ahora en adelante los niños asistirán.

Así que los padres tienen grandes asuntos que resolver: y si bien se deshacen de los uniformes y las prisas para llegar a tiempo, desmañanarse para encaminar a los niños o para que el transporte los lleve y dejarán de correr los peligros que las calles permiten o bien, ya no serán víctimas de bullying, lo cierto es que la tarifa para la nueva normalidad escolar pasará una factura monetaria y a la salud emocional de todas las familias.

Desde ya y desde ayer o antier,  o hace un mes o más, quiero imaginar una forma para que los niños vuelvan a los patios y a las aulas, se encuentren con sus amigos y que sus no tan amigos hayan valorado en este tiempo, el tesoro que significa vivir y convivir en sociedad y que unidos podamos reconstruir una sociedad en donde exista el respeto por el otro.

Creo que pensar en la utopía ayuda a imaginarla y en esa burbuja que envuelve esa seudo fantasía encontraremos la solución. 

Quisiera que todos empecemos a edificar bases de datos imaginarias en donde diseñemos ese entorno que necesitan niños, jóvenes y familias. Tal vez encontremos la semilla para empezar a  bocetear el mejor futuro para ellos y un mejor presente para todos.