Santa semana… y lo que falta

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Sin procesión, sin hossanas, se llegó el día en que según los evangelios Jesús entró en la ciudad donde habría de ser juzgado y muerto. En San Luis Potosí, como en todo México, estamos en cuarentena y solo queda esperar a ver cómo avanza ‘la’ Covid-19 por nuestro estado. Hasta este sábado según las cifras oficiales había 35 personas contagiadas, 152 sospechosas y dos difuntas.

Semana Santa ya. Va una santa semana de emergencia, dos si contamos la llamada jornada de sana distancia. Ni la violencia contra las mujeres ni la inseguridad ni el aumento de precios se han reducido en este encerrón-en-casa-para-quien-puede-hacerlo. Políticos y delincuentes ven cómo sacar raja de la tragedia. Y algunos empresarios, por supuesto. 

La generosidad y las mezquindades salen a flote durante las crisis, y las desigualdades económicas y sociales no saben de treguas. Ya se ha dicho: el mundo como lo conocíamos ya no existe. No podemos volver a como estábamos, y ojalá de esta crisis surja algo mejor, porque si no, no tendría caso. 

Los cálculos son a largo plazo, pues esto apenas empieza. Urge tomar ejemplo de lo que ha ocurrido en Monclova y en Jalisco, por ejemplo.

Es igual una oportunidad para replantear la vida en sociedad. El abastecimiento de agua ha sido un calvario en este inicio de cuarentena para muchas colonias potosinas. Con la presa El Realito en constantes problemas, no hay líquido suficiente aunque anden las pipas tratando de remediar los males. Más temprano que tarde, el agua se nos va a acabar, y entonces sí, a ver qué hacemos o qué hacen los sobrevivientes.

El cambiante clima de nuestro estado tampoco ayuda mucho. Los drenajes deben estar limpios y sin fallas para no generar más peligro de contaminación; no ha llovido y eso es malo, pero cuando llueve es apocalíptico ver las fuentes de aguas negras en las alcantarillas, las calles como ríos de contaminación gracias a que no ha habido planeación sino rapiña. 

Quizá es un buen augurio que el nuevo rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí sea médico, y que no haya sido el candidato oficial. Ojalá se rompan inercias, linajes, repartos de puestos a discresión. En muchas areas la UASLP tiene un muy bien ganado prestigio y en otras, digamos, numerosas areas de mejora. Ya veremos.  

Hubo esta semana clases en línea en instituciones públicas y privadas de todos los niveles educativos, pero no es lo mismo. Las exigencias a docentes y alumnado son variopintas. Los tiempos y las plataformas no siempre coinciden, y por lo mismo la interacción es necesaria en el aprendizaje. Por lo menos yo extraño las aulas.

Ojalá se piense más en la programación de radio y televisión públicos. El 9 local, que depende de la Secretaría de Educación, deja mucho qué desear: necesitamos opciones y contenidos de calidad desde los medios.

En San Luis Potosí ya hubo dos brotes de coronavirus en hospitales, uno privado y uno público, porque no hay protocolos claros y porque muchos de quienes se contagian andan sin protegerse y sin proteger a los demás. Eso también debería cambiar, nuestra actitud ante la enfermedad. 

Hay que redefinir muchas palabras, redefinir casi todo: prioridades y conceptos, riqueza y solidaridad, seguridad social. Palabras como ‘colapso’ o Hoy ‘contacto’ es un nombre asociado a una cuenta en internet, y podemos tener millones pero extrañamos el físico, ese que se da con magia con pocas personas, por no decir que solo con unas cuantas. Extraño el beso de las buenas noches.

Entre los síntomas del nuevo virus están la pérdida del olfato y del gusto. Ante la amenaza hemos perdido el sentido del tacto, por aquello de la sana distancia. Nos quedan el oído y la vista, y mientras vuelven los otros hay que apapacharlos, aprovecharlos, darles sentido: más que oír tratemos de escuchar y de observar.

Y murió Luis Eduardo Aute. «El pensamiento / no puede tomar asiento, que el pensamiento es estar / siempre de paso, de paso, de paso...» 

Nos leemos el próximo domingo. ¿Resurrección? 

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Correo: debajodelagua@gmail.com