Agradecimiento de la gente, la mejor recompensa: Lunarcito

Fotos: Pulso al Aire
Las cualidades que "Lunarcito: el Travieso" ha desarrollado en el camino -valentía, resiliencia y carisma- no surgieron de la nada, tampoco de una vocación temprana. Su historia, como él mismo dice, comenzó casi por accidente a los 14 años.
"Lo mío fue como un accidente, nunca pensé dedicarme al arte del payaso. Todo empezó en una cenaduría. Llegué ahí y había un payaso diciendo que buscaba un ayudante y habló del pago. Dije: ´Yo me voy a animar´".
Pero entrar a este mundo no fue tan sencillo señala en entrevista con Pulso al Aire. En plena adolescencia, ser payaso lo obligó a enfrentar el miedo al qué van a pensar, primero ante sus amigos y luego ante un reto mayor como su propia familia. Al principio, no lo apoyaban. Su papá lo aceptó cuando "Lunarcito" empezó a obtener reconocimiento nacional e internacional y a aparecer en medios.
Su primer escenario fueron los camiones. Ahí, sin focos ni telón, aprendió a lidiar con todos los tipos de humor y con la resiliencia necesaria para enfrentarse a un público que no siempre está predispuesto a reír, pues "no hay escenario pequeño", dice.
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En el transporte público descubrió lo mejor y lo peor: desde quienes no quieren saber nada de su trabajo hasta quienes lo valoran profundamente.
"Una vez, unos señores de edad me dieron una monedita. No recuerdo si de diez centavos o de diez pesos, pero era pequeñita. La señora tomó mi mano, la apretó como las abuelitas cuando te dan tu domingo de ´no le digas a tu papá´ y me dijo: gracias por hacernos olvidar un momentito nuestras penas. Eso fue más gratificante que la moneda".
La resiliencia, sin embargo, no solo se forja frente al público sino también se prueba frente a la vida, ya que ha tenido que aprender a separar su mundo personal del escenario, aunque reconoce que esa separación a veces es casi imposible.
Fotos: Pulso al Aire
"Me tocó una situación muy dura. Una sobrinita falleció, tenía dos años y meses. Yo tenía función, estaba trabajando y vi a una niña del público, se me vino todo encima, sentí un nudo y tienes que seguir el show".
Ese aprendizaje lo ha construido solo. Vio cómo el mundo del payaso cambió con el tiempo: antes dependía del compañerismo y de buscar recursos donde se pudiera para seguir creciendo. Ahora, "Lunarcito" reconoce que tiene la oportunidad de compartir su experiencia en la era digital. Hoy, con una comunidad de casi un millón de seguidores en redes, puede llevar su arte mucho más lejos.
"Mucha gente cree que nada más te maquillas y ya tienes toda la magia del mundo... pero detrás tiene que haber preparación, como en cualquier profesión. En aquellos años tenías que ir de ciudad en ciudad compartiendo y aprendiendo. Hoy, puedes recurrir al internet".
Para "Lunarcito: el Travieso", lo más valioso no es la fama ni los escenarios grandes: es ese momento íntimo en el que alguien, aunque sea por un instante, olvida sus penas gracias a una risa. Esa es la verdadera recompensa.
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