Mirador
Me entristeció la muerte de Eduardo Manzano.
Extraordinario artista, comediante de inmensa calidad, iluminó durante muchos años con su gracia y su talento el panorama artístico de México.
Tuve el privilegio de disfrutar su amistad. Éramos casi exactamente de la misma edad: yo nací el 8 de julio de1938: él vino al mundo el 18 del mismo mes y año. Ese común signo zodiacal y comunes aficiones -a la bohemia, a la charla cordial, a la buena mesa- influyeron quizás en el mutuo afecto que desde el principio hubo entre nosotros.
Genial imitador de voces era Eduardo. Alguna vez le pregunté cómo hacía para imitar con tanta perfección la voz de los demás.
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-No lo sé -me respondió-. Pienso en alguien: Agustín Lara, Cantinflas, Pedro Vargas, y siento físicamente que las cuerdas vocales se me acomodan, y entonces hablo o canto igual que ellos.
Me conmovió el mensaje de su hijo: “Detrás de cada chiste había un trabajador incansable. Nos enseñó a reír incluso en los momentos más difíciles.”.
Descansará en paz quien tanto bien hizo a los demás.
¡Hasta mañana!...









