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Fracaso

Por José Santos Zavala

Noviembre 05, 2025 03:00 a.m.

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La Casa de las Mercedes evidencia un problema público que trasciende las fronteras de un establecimiento particular. En la realidad la protección de menores en albergues privados presenta fallas estructurales que permiten la violencia contra la infancia vulnerable. Esta afirmación no es una especulación: en marzo de 2025, una adolescente de 17 años fue trasladada irregularmente desde el albergue hasta el domicilio de la madre de Aquiles “N”, hermano de la directora, donde fue obligada a realizar labores domésticas y sufrió agresión sexual. Durante meses, la joven fue amenazada e intimidada por personal de la fundación, quien le advirtió que perdería la custodia de su hijo si denunciaba. Solo cuando finalmente escribió una carta al DIF-CDMX se pudo iniciar la investigación que rescató a 80 menores.

Las bases reales de este problema público son contundentes: La Fiscalía General de Justicia de la CDMX abrió dos líneas de investigación: una por violación agravada contra Aquiles “N”, ya vinculado a proceso y recluido en prisión preventiva, y otra por trata de personas contra quien resulte responsable, ante la posible explotación laboral de menores. Las investigaciones incluyen a la directora del albergue, y diversos trabajadores de la institución. La Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) señaló que este tipo de casos se generan en entornos propicios para la vulneración de derechos, caracterizados por la violencia, el encierro y la falta de una supervisión adecuada. REDIM enfatizó que no es la primera vez que en México existen estos casos: el orfanato “La Gran Familia” con “Mamá Rosa” en Michoacán (2014) y la Ciudad de los Niños en Guanajuato (2016) son precedentes que muestran un patrón recurrente. 

Cuando el Estado delega la protección de poblaciones vulnerables en instituciones privadas sin supervisión efectiva, crea condiciones estructurales para el abuso sistemático. La Casa de las Mercedes cumple todos los criterios: afecta a una población especialmente vulnerable (niñas y adolescentes víctimas de violencia, abandono y trata), involucra derechos fundamentales (integridad física, libertad, desarrollo integral), y requiere de la intervención gubernamental para su solución. La lógica causal es clara: la ausencia de mecanismos de supervisión, la opacidad en el funcionamiento de albergues privados y la falta de protocolos estrictos de protección generan espacios de impunidad donde los perpetradores pueden ejercer su poder sobre las y los menores. 

Normativamente, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA) establece el derecho a vivir libres de violencia y recibir protección en entornos seguros. La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por UNICEF, constituye el primer instrumento internacional que incorpora derechos humanos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales para menores de 18 años. Paradójicamente, la Casa de las Mercedes afirma alinear sus principios a esta Convención, revelando la brecha entre el discurso normativo y la acción en la realidad. Este albergue opera desde 1994, presentándose como una institución de asistencia privada que proporciona “cuidado integral” a niñas y adolescentes en situación de riesgo. Sin embargo, durante tres décadas, los mecanismos de supervisión fueron un fracaso para detectar y prevenir el abuso a la infancia vulnerables. 

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Una refutación previsible sostendría que la Casa de las Mercedes representa un espacio necesario para niñas sin alternativas, y que su cierre agrava la vulnerabilidad de esta población. La propia institución emitió un comunicado afirmando que las acusaciones son “falsas e imprecisas”, destacando haber atendido a más de 6,800 niñas y niños víctimas de violencia durante su historia, y expresando solidaridad con su directora, quien habría dedicado más de 20 años al servicio. Sin embargo, esta objeción no invalida el problema central: incluso si algunos menores recibieron atención adecuada, la existencia de un solo caso de abuso sexual y explotación laboral demuestra el fracaso del sistema de protección en México. 

En Conclusión: La Casa de las Mercedes no es simplemente la historia de una institución fallida o de delincuentes individuales: es la radiografía de un problema público que expone las fallas estructurales del sistema mexicano de protección a la infancia. La historia de la adolescente que denunció a pesar de las amenazas representa tanto la resiliencia de la infancia como el fracaso institucional que la obligó a asumir riesgos que nunca debieron recaer sobre su vida. México requiere una transformación que incluya supervisión efectiva con visitas sorpresa, protocolos estrictos de protección, mecanismos de denuncia confidencial accesibles para menores, y sanciones ejemplares para instituciones y funcionarios. Mientras estas condiciones estructurales no cambien, la Casa de las Mercedes no será el último albergue del horror que México deba cerrar. Próxima colaboración: 19 de noviembre 2025.

@jszslp